domingo, 1 de mayo de 2011

Wittgenstein y Ortega

WITTGENSTEIN
El propósito de su pensamiento es analizar el lenguaje (Filosofía Analítica). Todos los filósofos analíticos tienen dos aspectos en común: el interés en el lenguaje o el análisis del lengua como dorma de hacer Filosofía. B.Russel estableció tres tipos de filósofos analíticos: los que se interesan por el atomismo lógicos, algo que estudió Wittgenstein en la primera parte de su pensamiento en su ''Tractatus Logico-Philosophicus''; el segundo grupo son los que estudian el positivismo lógico y el tercero los que hacen un análisis del lenguaje natural, algo que coince con la segunda parte de su pensamiento en su ''Investigaciones Filosóficas''

En el Tractatus afirma que que el mundo en el que vivimos se compone de hechos que se componen a su vez de cosas, pero el lenguaje no le da tanta importancia a esas cosas, sino a los hechos en los que intervienen las cosas. El lenguaje se construye además, por proposiciones que tienen su base más elemental en las palabras.
En segundo lugar, se pregunta cómo es posible que el lenguaje puede habla del mundo y desarrolla su isomorfismo lógico para dar respuesta al asunto: ésto puede ocurrir porque comparten la misma estructura lógica, el pensamiento.
En tercer lugar, afirma que hablar sobre el mundo significa establecer preposiciones sobre el mismo que sólo tienen sentido cuando se refieren a hechos del mundo, de tal manera que defiende el valor referencial del lenguaje, es decir, tiene significado sólo cuando se refiere al mundo y a los hechos de él y sólo es verdadero cuando queda comprobado empíricamente.
Wittgenstein elaboró la teoría referencial del lenguaje, en la que establece que el lenguaje representa o pinta al mundo y entre el lenguaje y el mundo hay una relación que permite hablar acerca del mundo. Ese''mostrar''es lo que hace la Filosofía y la Lengua. Considera además, que la Filosofía no es una ciencia sino una actividad porque no dice nada del y mundo y tampoco se puede comprobar con ella que algo que se diga sea cierto o no.
En cuarto lugar, Wittgenstein defiende que ni la ,ni la Éstetica, ni la Metafísica encierran preposiciones con sentido porque el deber ético y la belleza estética son transcendentes y están más allá de lo que el mundo es en cuanto a hechos, son cosas subjetivas. Para el filósofo, pertenecen a la ''esfera de lo místico'', no muestran nada; de tal manera que, propone que no las usemos como expresiones linguísticas.
Otra cosa es la Metafísica, ya que, Wittgenstein considera que se cometen los mayores errores del lenguaje cuando hablamos del mundo como conjunto de el alma o el yo o de Dios; todo ello hay que eliminarlo del campo filosófico y científico.
Por tanto, conluyó en esta etapa que a la Filosofía sólo le queda la Lógica.

En las Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein deja de pesar que el único lenguaje que puede hablar sobre el mundo es el lógico y defiende que todos los lenguajes tienen un sentido en función de su uso. Hay diferentes usos en función de las diversas situaciones que se puedan dar pero no hay un único lenguaje con sentido, sino varios que sólo se parecen porque guardan algún rasgo en común. Todos los lenguajes son juegos, ya que están sometidos a reglas.
En conclusión, la Filosofía ya no tiene sentido siendo sólo lógica, ahora se tienen que deshacer los ''enredos'' del lenguaje o los ''chichones'' que el pesamiento se hace al chocar con el lenguaje; aunque la Filosofía sigue siendo una actividad.


ORTEGA Y GASSET
El pensamiento de Ortega y Gasset se divide en tres períodos, el Período Idealista, en el que se centra en la ciencia; el Período Antidealista, en el que desarrolla los conceptos de circunstancia y perspectiva; y el Período Racionalista, en el que da importancia a los conceptos de vida y razón.

En su etapa idealista, explica que el retraso español tanto en su economía, en su política, o en su cultura, se debe al poco desarrollo científico-técnico. Propone ''europeizar'' España,lo que supondría incitar al país al desarrollo de la ciencia.
Cuando afirma ésto, está defendiendo que el conocimiento verdadero lo proporciona la razón y a las posturas objetivistas y racionalistas, posturas que ya defiende la Ciencia.
En el segundo período, Ortega y Gasset empieza a desconfiar de la Ciencia porque la física newtoniana ha entrado en crisis a causa del auge de la física de Einstein y la de M. Pack y hechos como la Primera Guerra Mundial. Ortega empieza a poner en duda el obetivismo y el racionalismo y abandona estas posturas para defender el antidealismo, basado en el concepto de circunstancia y perspectiva. Con esos dos conceptos además, va a poder definir el concepto de existencia individual (por influencia de Nietzsche, comenzó a centrarse sobre todo en los temas acerca de la vida humana).
Antropológicamente, las circunstancias son condiciones bajo las que se da la vida de cada hombre. No se entiende una vida sin esas condiciones o circunstancia que la definen (''yo soy yo y mi circunstancia'').
Gnoseológicamente, la perspectiva es el punto de vista con el que cada uno ve la realidad que nos permite ver cada una de esas circunstancias que definen nuestra vida. Cada uno tiene una perspectiva del mundo diferente porque tiene alguna circunstancia que lo diferencia de otro, aunque puede que entre dos o más sujetos coincidan algunas, pero nunca todas.
Para Ortega existe una Verdad, la cual queda definida por el conjunto de todos los puntos de vista que se dan, sin importar su diferencia o que sean contradictorios, porque todos los puntos de vista son verdaderos, pero la Verdad no puede ser conocida por nadie.
Para explicar este último concepto, Ortega y Gasset pone el ejemplo del paisaje: de un sólo paisaje, puede haber muchos observadores que ven ese lugar desde una perspectiva u otra y, por tanto, tiene apariencias diferentes.
El concepto de perspectiva no es racionalista, porque la Verdad no la da la razón; ni escéptico, porque Ortega defiende que sí existe una Verdad.Pero también lo aleja del Realismo (mundo) y del Idealismo (sujeto).

Concluyó su pensamiento centrándose en la realidad cultural, aquello que integra el concepto de circunstancia / la cultura es parte de la vida del hombre. / Los valores de la cultura son la ciencia,el arte y la justicia.


En el tercer período, el raciovitalista, donde la razón se pone al servicio de la vida, el filósofo define el concepto vida como .....

jueves, 21 de abril de 2011

De la República al fin de la GC (2ª parte del Bloque 14)

14.3) II Rep. + Constitución '31:
Tras las elecciones del 12 de abril de 1931 y la victoria de los republicanos en las grandes ciudades españolas, Romanones aconseja al rey Alfonso XIII que abandone el país. El dia 14 se proclamó la Segunda República de España. El Comité Revolucionario establecido en San Sebastián se convertía en el nuevo gobierno provisional, presidido por Alcalá Zamora. Dentro de este gabinete destacaban personalidades del Ministerio de Guerra e Instrucción Política de Izquierda Republicana como Azaña o Prieto y Largo Caballero, del PSOE, en el Ministerio de Hacienda y Trabajo.
El gobierno provisional llevó a cabo algunas medidas, tanto sociales (jornada laboral de 8 horas, medidas que mejoraran las condiciones de los campesinos, creación de jurados mixtos...), medidas educativas (el derecho a educación, el aumento de profesores y escuelas, la voluntariedad de las clases de religión...), medidas militares (modernización y reestructuración del Ejército, supresión de los órganos más conservadores, unificación de escalafones...) como medidas reformistas estatales (resintauración de la Generalitat de Cat., aprobación de estatutos de autonomía...).
Cada una de estas medidas tuvo su propia repercusión y sus propias consecuencias; por ejemplo, las reacciones violentas de los terratenientes, la enemistad con la Iglesia o la oposición de gran parte de los oficiales del Ejército en contra de la República.

En junio de 1931 se celebraban elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría una coalición de republicanos y socialistas. El PSOE el mayor número de escaños, seguido del Partido Radical de Lerroux. El primer objetivo de las Cortes era elaborar un nuevo texto constitucional.
La Constitución de 1931, claramente progresista, reflejaba un pensamiento democrático y avanzado y buscaba una redistribución de la riqueza y la creación de un estado del bienestar que alcanzara a toda la sociedad, yendo más allá de la defensa del liberalismo de constituciones anteriores.
Concretamente entre sus rasgos más significativos podemos mencionar:
-La definición de un régimen democrático, parlamentario, laico, moderno y descentralizado.
-El establecimiento de la soberanía nacional y una marcada separación de poderes en la que el ejecutivo recaerá en los presidentes del Gobierno y de la República, un legislativo unicameral representado por el Congreso de los Diputados y un poder judicial en cuya cúspide se ubicaba el Tribunal Supremo.
-El reconocimiento del sufragio universal, si bien será necesaria una posterior reforma para que las mujeres accedan al voto, hito que logran en 1933.
-La elección del presidente de la República de forma indirecta a través de compromisarios.
-Una ordenación territorial en la que se contempla la concesión de estatutos de autonomía como los de Cataluña (1932) y País Vasco (1936).
-El reconocimiento de una amplísima nómina de derechos individuales, así como toda una serie de derechos sociales que incluían seguridad social, protección del trabajo infantil y femenino, limitación de la jornada laboral y la estipulación de un salario mínimo.
-La anteposición de los intereses económicos nacionales sobre los privados, posibilitándose las nacionalizaciones de empresas o sectores económicos.
-Una tajante separación Iglesia-Estado que traerá cola, puesto que amén de la libertad de cultos y la no confesionalidad estatal, el nuevo texto pone fin a los subsidios al clero, prohíbe la enseñanza a las órdenes religiosas, admite el divorcio, los cementerios civiles e insta a la disolución de los jesuitas.

Por lo que se refiere al bienio reformista, este toma las riendas de manos del gobierno provisional una vez promulgada la Constitución de 1931. Alcalá-Zamora como presidente de la República y Azaña como jefe de Gobierno fueron los cargos más visibles de un gobierno que pretendió desarrollar una batería de reformas que modernizaran el país:
La Reforma Agraria (el gran objetivo fue la redistribución de la propiedad agraria que pretendía satisfacer fundamentalmente a los jornaleros sin tierras;finalmente no cuajó, dejando insatisfechos tanto a terratenientes como a jornaleros)reformas laborales (destacan la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos o la Ley de Accidentes del Trabajo), reformas militares (se redujo el número de oficiales profesionales; también se promovió una reorganización de la administración y de la enseñanza militar y se creó un cuerpo encargado del orden público de la República, la Guardia de Asalto), reforma religiosa (con el objetivo de promover un Estado laico se adoptan una serie de medidas y otras leyes complementarias como la Ley de Divorcio o la secularización en diferentes ámbitos), reforma educativa y política cultural(encaminada también hacia un mayor laicismo; destaca la Institución Libre de Enseñanza con un programa que, siguiendo el modelo francés, proponía un sistema educativo unificado, público, laico, progresivamente mixto y gratuito), reforma autonómica (que afectará principalmente a regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia), impulso de las obras públicas (con el objetivo de extender el regadío y llevar a cabo toda una serie de obras hidráulicas)

El gobierno reformista toca a su fin cuando fundamentalmente dos problemas precipitan su crisis. Por un lado asistimos al reagrupamiento de la derecha antiliberal, patente en algunos intentos de insurrección militar como la “Sanjurjada” (agosto 1932) y en la formación de diversos grupos políticos afines al fascismo, como las JONS de Ledesma y Redondo, la FE de José Antonio Primo de Rivera o la Renovación Española de Calvo Sotelo. También irá afirmándose la derecha católica conservadora representada por Acción Popular, base de lo que luego será la CEDA liderada por Gil Robles. Por otro lado tuvo lugar la ofensiva sindical e insurreccional de la CNT, promotores de la acción directa, la huelga general e incluso llegan a proclamar un comunismo libertario que en ejemplos como Casas Viejas (Cádiz) será reprimido con dureza.
Estos problemas contribuyen decisivamente a que el gobierno convoque elecciones en noviembre de 1933, primeras en las que las mujeres pueden votar, y que se saldaron con el triunfo de la coalición de centro-derecha encabezada por el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles.



14.4) Bienio radical-cedista + Revolución de Octubre + Elecciones del 36 y Frente Popular
Tras el bienio reformista (1931-33), la coalición republicano-socialista fue perdiendo apoyos y prestigio a causa de hechos como el desastre de Casas Viejas ('33), la paralización de las reformas y tareas del gobierno o las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux, que se había ido inclinando cada vez más hacia la derecha y que inició una política de obstrucción en las Cortes. El PSOE rompió con Azaña y los anarquistas se alejaron del juego político. Finalmente Azaña presentó la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.

La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favoreció la victoria de una coalición de las derechas formada por los Radicales de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Lerroux asumió la jefatura del gobierno hasta octubre del '34 y, tras él, el gobierno estuvo presidido por los cedistas hasta febrero del '36.

El nuevo gobierno se dedicó a echar para atrás las medidas más revolucionarias del periodo anterior: se paralizó totalmente la reforma agraria y la secularización de la enseñanza, se decretó una amnistía para los militares participantes en el golpe del 32 (Sanjurjo), se detuvo la reforma militar y se puso en puestos clave a militares contrarios a la república (como Mola o Franco) y se paralizó el estatuto de autonomía para el P. Vasco y de Catalunya. También se le concedió a la Iglesia subvenciones monetarias, aunque por Constitución no estuviese aceptado.

En Cataluña surgió un enfrentamiento cuando el Parlament aprobó una ley, que convertía en propietarios a los arrendatarios de tierras tras 12 años, que posteriormente fue declarada por el Tribunal de Garantías Constitucionales como anticonstitucional. La respuesta del Gobierno de Lluis Companys fue aprobar una nueva Ley prácticamente idéntica.
Se produjo además un crecimiento espectacular de la conflictividad social. El deterioro de las condiciones laborales y la arrogancia de los patronos, amparados en la victoria electoral de 1933, desató graves conflictos, como la huelga campesina de junio de 1934 en Andalucía y Extremadura.

Frente a la actitud de la derecha, sectores del PSOE y de la UGT prepararon una insurrección armada que debía ir acompañada de una huelga general, lo que suponía un intento de la izquierda por crear una república de trabajadores mediante la revolución, la Revolución de Octubre de 1934. Como movimiento nacional la revolución fue un fracaso, triunfando solo en Asturias, que quedó aislada del resto del movimiento y fue controlada por los comités obreros y la milicia del ejército rojo hasta la intervención del ejército de Marruecos, al mando del general Franco. Cuando la revolución finalizó el país estaba dividido y los ánimos más encendidos.
En Cataluña, la insurrección tuvo carácter independentista y fue rápidamente reprimida por del Ejército. Se suprimió el Estatuto de autonomía de Cataluña temporalmente.

Los sucesos de octubre provocaron una agrupación de los antirepublicanos de la derecha en el Bloque Nacional, mientras que la izquierda se coligó en el Frente Popular, el cual aglutinaba tanto a comunistas, como republicanos y socialistas (la CNT les dió apoyo, pero sin participar). Fueron disueltas las Cortes y el presidente de la República, Alcalá Zamora, convocó nuevas elecciones para el ‘36.
La participación en las elecciones fue masiva y el Frente Popular obtuvo más escaños que el Bloque Nacional.

En los días siguientes, sin esperar a la segunda vuelta de las elecciones ni a la proclamación de resultados, los grupos de izquierdas asaltaron las cárceles dejando en libertad a los detenidos por el golpe de Estado de 1934 (Rev. de Octubre).
El Gobierno formado ya por Azaña puso en marcha el programa del Frente Popular de inmediato: se restableció el Estatuto catalán, se enviaron a destinos alejados de Madrid a generales ''sospechosos'' como Franco (Canarias), se puso en práctica la Reforma Agraria devolviendo a los campesinos las tierras, exclusión de los republicanos más moderanos (hasta llegar a destituir a Alcalá Zamora), etc. Tras una crisis de gobierno, Azaña dimite y es nombrado Presidente de la República; el nuevo gabinete pasó a presidirlo Casares Quiroga.

Los sindicatos se fueron radicalizando con la ocupación y explotación de tierras, provocando enfrentamientos entre los campesinos jornarleros y los terratenientes y la Guardia Civil.
Poco a poco el Gobierno fue perdiendo el control de las calles y desde el mes de abril se sucedieron las luchas callejeras, las provocaciones y los asesinatos entre grupos radicales.
También se vive una radicalización de la derecha en las mismas Cortes ya fuera por parte de Gil Robles, quien denunciaba los numerosos asesinatos, huelgas y quemas de iglesias, o Calvo Sotelo, quien amenazó con el mismismo golpe de estado.

El 12 de julio de 1936 apareció asesinado el teniente Castillo perteneciente a la republicana Guardia de Asalto . Al día siguiente un grupo de guardias, actuando por su cuenta, detuvo y ejecutó al diputado José Calvo Sotelo. Este fue el pretexto para el conspirado alzamiento militar dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded.
El 17 se sublevó el ejército de Marruecos. El día 18 muchas regiones se habían sumado al alzamiento mientras otras permanecían fieles al gobierno de la República. La guerra era inevitable.


14.5) SUBLEVACIÓN MILITAR, ESTALLIDO DE LA GUERRA: DESARROLLO, ETAPAS Y EVOLUCIÓN X ZONAS

Con el objetivo de acabar con la República, un grupo de generales monárquicos y conservadores (SanJurjo, Mola, Fanjul, Franco) junto con grupos como la Falange o los carlistas, preparaba desde el triunfo del Frente popular una conspiración militar. Aún así, no había ningún acuerdo preestablecido sobre el régimen que se impondría posteriormente.
El coordinador de la conspiración fue el general Mola, pero el alzamiento se inició cuando el día 17 se sublevó el ejército de Marruecos, dirigido por Franco tras llegar desde Las Palmas. En la península se dio poca relevancia al hecho; pero al día siguiente los jefes militares de dieciséis provincias se suman al alzamiento: parte de Andalucía (Queipo de Llano), parte de Aragón y Navarra (Mola), Castilla y León (Davila) y de Galicia. Sin embargo la sublevación fracasa en Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia, Castilla - la Mancha, Extremadura y Asturias.
Una vez fracasado el golpe, ya fuera por fidelidad a la República o por la reacción popular en contra de los rebeldes, se inicia el enfrentamiento entre los dos ejércitos, el sublevado y el leal a la República, en una guerra civil que durará tres años y dividirá España en dos zonas, la zona ''nacional'', que recibía apoyo de fuerzas extranjeras (la Italia fascista y la Alemania nazi) y la zona republicana.

El gobierno de Casares Quiroga, que restó importancia a la sublevación, no supo reaccionar a tiempo y fue sustituido por el del republicano Giral, quien entregó armas a
las milicias sindicales y a las de los partidos del Frente Popular.
Precisamente los fracasos más destacados tuvieron lugar en Madrid y Barcelona donde la participación de las milicias de la CNT y la UGT, que habían conseguido armas, fue decisiva. En Madrid, asaltaron el Cuartel de la Montaña, principal reducto de los sublevados y masacraron a sus defensores. En Barcelona, una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En el País Vasco, el gobierno del PNV se mantuvo al lado de la República.

La zona nacional (meseta Norte, zona pirenáica, Galicia, norte extremeño, Baleares, Zaragoza, Oviedo, Canarias, Sevilla y el protectorado marroquí) contaba con reservas de cereal y ganado y minas, pero en ella escaseaban las industrias y los recursos financieros. La mayor parte del ejército, sobre todo sus oficiales, estuvo al lado de los sublevados junto a los requetés carlistas y las milicias falangistas. Ante todo, aunque tenía menos tropas, era un ejército más preparado y disciplinado, sobre todo el ejército de África.

La zona republicana (costa mediterránea, mitad sur y cornisa cantábrica exceptuando Galicia) contaba con las grandes ciudades industriales y los centros financieros más importantes, también con el trigo de la Mancha y los productos de la huerta levantina. Los sectores del ejército se habían mantenido fieles (la Guardia de Asalto, la Guardia Civil, unidades militares aisladas, la mayor parte de la flota (los marineros se amotinaron contra los oficiales rebeldes) y la escasa aviación). Aún así, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas ya que el gobierno había disuelto muchas de dudosa fidelidad. Las milicias populares estaban indisciplinadas y desorganizadas.
Las clases medias se fueron distanciando progresivamente de la izquierda.

La evolución de la guerra estuvo determinada por la iniciativa de los militares sublevados; se pueden distinguir tres etapas.
Desde julio del '36 hasta finales del mismo año, es la fase en que los sublevados consiguen el paso de las tropas africanas a la península y, ayudados por los alemanes y los italianos, consiguen dominar parte del país, aunque el principal objetivo fue Madrid. La capital fue atacada por el Norte (Mola) y por el Sur (Yagüe) y, aún así, no consiguieron ocupar la ciudad, pues Madrid tuvo tiempo para preparar su resistencia y el gobierno republicano será trasladado a Valencia, en Madrid se creó una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. La resistencia madrileña contaba con brigadas internacionales, columnas anarquistas y resistencia popular, armas rusas... Ante esta resistencia los jefes nacionales deciden aislar Madrid del resto de España, estableciendo un cerco. Sin embargo, esta decisión no funcionó ni en el Jarama ni en Guadalajara donde los italianos fueron frenados. La ciudad fue bombardeada por alemanes e italianos, pero los madrileños resistían bajo el grito ''no pasarán''.

A partir de 1937, mientras las batallas del Jarama y de Guadalajara tratan de rodear hasta incomunicar la capital sin éxito, las tropas de Queipo de Llano tomaban Málaga con la ayuda de los italianos. Uno de los objetivos principales de esta etapa es la toma por los nacionales del frente norte. La zona norte republicana, de gran riqueza minera e industrial, fue cayendo sin mucha dificultad a manos de los nacionales. En esta campaña juega un importante papel los bombardeos de la aviación alemana (Legión Cóndor) como en el caso de Guernica, donde gran parte de la ciudad fue destruida. Los republicanos contraatacaron -con escaso éxito, pues finalmente cayó el Norte- en Brunete (cerca de Madrid) y en Belchite (Zaragoza).

En los dos últimos años de guerra, los republicanos iniciaran una guerra de desgaste que fracasará. En diciembre del 37 el ejército republicano, con ayuda de las Brigadas Internacionales, toman la ciudad de Teruel (punto clave que une las regiones republicanas de Cataluña, Levante, Castilla la Mancha y Madrid), pero en febrero del 38 una contraofensiva nacionalista lo recupera. La fase crítica de la guerra es producida por la llegada de los nacionales en Castellón cortando en dos, Cataluña y Valencia, la zona mediterránea republicana. Para frenarles, el ejército republicano concentra todos sus efectivos en el Ebro, donde se va a dar la batalla más cruenta de la guerra, la Batalla del Ebro. La derrota del ejército republicano, y su casi total destrucción, deja la zona republicana dividida y Cataluña aislada. Una tras otra caen las capitales catalanas (Tarragona, Barcelona y Gerona), sin casi oponer resistencia.

Los que defendían una negociación con Franco para su rendición organizaron un golpe de Estado dirigido por el coronel Casado. De nada les valió, ya que Franco sólo aceptó la rendición incondicional, lo que les hizo capitular y entregar Madrid. El 1 de abril se dio por finalizada la guerra con la victoria franquista.



14.5.) Consecuencias y dimensión internacional de la Guerra Civil Española

La guerra civil española comenzó con una sublevación militar que pretendía aniquilar a la República, pero lo que pretendía ser un golpe de Estado rápido se convirtió en un largo conflicto de casi tres años de duración.

Al margen de esta cuestión la intervención extranjera tuvo una gran importancia en el desarrollo de la guerra dentro de España.
La República intentó que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y Alemania por su intervención directa en la guerra, pero tuvo que esperar más de un año desde que empezó el conflicto para que se aprobase una resolución, que finalmente no fue aplicada.
Por otra parte, Francia y Gran Bretaña elaboraron un documento en el que se prohibía en ambos países la venta de todo tipo de material militar con destino a España.
Este fue el punto de partida para la creación del Comité de No Intervención, con sede en Londres. Se intentaba con ello evitar que el conflicto se internacionalizara y por otro ayudar de forma indirecta a la República evitando la entrega de armas a los rebeldes. Pero fue un fracaso, aunque lo firmaron más de treinta países, entre ellos Italia y Alemania.

Francia, gobernada también por un Frente Popular, dirigido por el socialista León Blum, decidió al principio ayudar a la República, pero las presiones británicas y las divergencias internas le obligaron a suspender la ayuda. Por eso decidió impulsar el Comité de No Intervención. Su papel acabaría siendo el de país de acogida y asilo.
Gran Bretaña de forma oficial apoyó la neutralidad, lo que no impidió que firmara un acuerdo con Italia en el que admitía la presencia de tropas italianas en España, además le inquietaba el matiz revolucionario del Frente Popular.
EEUU interpretó la guerra como un avance del comunismo en Europa, (aunque paree que el presidente F.D. Roosevelt estaba a favor de la República) adoptó una política de no intervención y prohibió la venta de armas en España. Aunque grandes empresas americanas como La TEXACO o General Motors abastecieron al ejército franquista.
Los países que ayudaron de forma directa a los militares sublevados fueron los que tenían regímenes fascistas o similares. Por ejemplo, Alemania ofreció la ayuda más determinante en el ámbito militar desde los primeros momentos apoyando a los sublevados, tanto por razones estratégicas como para probar la eficacia de su gran máquina de guerra, con la participación directa de la legión Cóndor de aviación, esencial para la guerra y responsable del bombardeo de Guernica. Se dio ayuda financiera y se enviaron instructores militares. En el caso de Italia, proporciono ayuda vital en número de hombres y valor económico. La ayuda de Mussolini fue inmediata gracias a la firma un tratado de amistad y de reconocimiento con el gobierno de Burgos, porque esperaba obtener ventajas en su ambición de controlar el Mediterráneo.

La República como régimen democrático y legítimo de la nación debería haber podido disponer de la ayuda de las democracias occidentales. También destacó la ayuda de las brigadas internacionales de EUA o Inglaterra, pero los únicos países que la apoyaron con decisión fueron La Unión soviética y Méjico: la Unión Soviética inició su ayuda en octubre de 1936 y se mantuvo constante a lo largo de la guerra con aportaciones de hombres y material, pero su exigencia de pago por adelantado obligó a la República a enviar a la URSS las reservas de oro del Banco de España, sin que al final de la guerra se restituyera nada. Méjico se limitó a mostrar apoyo a la República y a enviar fusiles. Las Brigadas Internacionales eran tropas formadas por voluntarios (60 000 hombres) que ante la política de no intervención de sus gobiernos deciden luchar en España a favor de la República y contra el fascismo. Eran hombres en su mayoría de izquierda (anarquistas, socialistas, comunistas...).

Como todas las guerras de cierta duración la guerra española se cobró un alto precio en costes materiales y humanos. La producción agraria disminuyó en algo más del 20% y la industria en más del 30%.
Se destruyeron total o parcialmente unas 500 000 viviendas.
Quedó inservible más de un tercio de la marina mercante y una parte considerable del tendido ferroviario y de la red de carreteras.
Por otro lado España había perdido gran parte del oro del Banco de España y el gobierno de Franco se había endeudado con Alemania e Italia.
En cuanto al número de muertos podría superar los 300 000 entre el frente y la retaguardia. La represión en los dos bandos se cobró al menos 145 000 víctimas. Pero además entre 28 000 y 50 000 personas fueron fusiladas y muchas más encarceladas una vez acabada la guerra. Los que pudieron optaron por exiliarse, en torno a medio millón de españoles abandonó el país huyendo de la represión. Se marcharon bastantes de los mejores intelectuales y científicos del país con lo que el panorama cultural quedó muy empobrecido. Las consecuencias demográficas se hicieron patentes en la caída de la natalidad.
La Guerra marcó moralmente a la sociedad española de la posguerra y ha dificultado la reconciliación entre vencedores y vencidos.
La consecuencia política inmediata de la guerra fue la instauración de una dictadura militar: El Franquismo que duraría casi cuarenta años.

domingo, 10 de abril de 2011

Marx (s. XX)

Karl Marx es uno de los conocidos filósofos de la sospecha del siglo XX. Su pensamiento se divide en dos períodos, en el primero se ocupó del trabajo alienado (Manuscritos de economía y filosofía) y en el segundo trató el materialismo histórico (La ideología alemana). En los Manuscritos de economía y filosofía se centra en la antropología.
Marx defiende que el hombre no tiene una esencia definida o fija y se hace en función de las condiciones materiales (de trabajo) bajo las que vive. Estas condiciones materiales de vida son un producto del mismo, ya que el hombre se caracteriza por su capacidad para transformar la realidad, es decir, es un ser práctico y no sólo teórico. El trabajo es una actividad productivo-trabajadora. En el siglo XIX estas condiciones son las que están impuestas por el sistema capitalista y el trabajo se ha convertido en trabajo alineado, o sea, explotado y/o deshumanizado.
La alienación del trabajo tiene dos aspectos y supone, por una parte, la alienación del objeto y, por otra, la alienación de la actividad. El primer aspecto hace referencia al objeto que produce el trabajador, el cual pasa a manos de otro y ése mismo producto se convierte en algo que domina al trabajador; además, cuanto más producimos, mayor es nuestra alienación porque dependemos de nuestro trabajo. El segundo se refiere a la desposesión a la que se ve sometido el hombre cuando su propia actividad es vendida a otro que será entonces propietario de la misma, hasta llegar a tal punto que nos pague por ella.
En La ideología alemana desarrolla el materialismo histórico, una forma de interpretar la Historia desde sus bases materiales y de manera dialéctica. Según Marx, la Historia está llena de contradicciones, las cuales causan nuevos períodos históricos. Esta interpretación se opone a las formas de explicar la Historia que tenían los historiadores alemanes del momento, quienes daban una interpretación en base a las ideas. Cada etapa histórica, para Marx, puede explicarse con el concepto ‘’modo de producción’’. Un modo es un modelo teórico que explica las condiciones bajo las cuales ha vivido el hombre en cada momento histórico. Cada modo encierra dos conceptos fundamentales: la infraestructura económica y la sobreestructura ideológica.
La infraestructura económica se ocupa de las condiciones productivas de una etapa histórica concreta. Por una parte, describe las condiciones de trabajo del hombre y, por otra, los medios de producción, es decir, los elementos que entran a formar parte del trabajo. Defiende que durante todos estos años ya ha habido conexiones para conectar el uno y el otro, y el último de los casos, el cual está denunciando principalmente, es el capitalismo. El sistema capitalista ha hecho de los medios de producción una propiedad privada. Además, los intereses de los burgueses son contradictorios con los de los proletarios. Esta contraposición es el principal motor de la Historia que se ha ido repitiendo: la lucha de clases.
Marx define la sobrestructura ideológica como un conjunto de ideas generadas por una determinada infraestructura económica. Tiene como función justificar o disfrazar la situación de alienación que provoca la infraestructura económica. A esta sobrestructura la reconoce también como ‘ideología’. Para éste, una ideología es una falsa conciencia, una manera de pensar errónea). Se forma a través de ideas políticas, como por ejemplo: el liberalismo de Locke, las ideas económicas de Adam Smith, las ideas filosóficas de Aristóteles respecto a la propiedad privada o las religiosas, como el cristianismo, reconocido por ese autor como el generador del odio entre el pueblo. A través de la ideología se piensa que la situación es legal e influye en ciertos aspectos sobre la estructura económica impuesta, aunque no se espera que se produzcan cambios de vida.
 Para dar fin a su teoría, Marx propone que los trabajadores tomen conciencia del disfraz al que se ven sometidos los hombres y, una vez concienciados de tal cosa, podrán cambiar la estructura si actúan de un modo revolucionario.

domingo, 27 de marzo de 2011

Bloque 14

14.1.) PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO. CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. LA GUERRA DE MARRUECOS.
En 1902, Alfonso XIII asumió la corona, durante su reinado se mantuvo el deteriorado sistema canovista, el turno de partidos y la Constitución de 1876, pero el sistema político descomposición, agravándose por las de 1909 y la de 1917.
Otros factores que incidieron en la crisis del régimen fueron: la actitud del nuevo rey, quien mantenía estrechas relaciones con el Ejército y ejercía un mayor protagonismo en la política española; la inestabilidad política a causa de la debilidad de los mismos partidos al verse sin líderes y la dificultad de seguir llevando a cabo tácticas de corrupción administrativa y electoral; el aumento de la conflictividad social y la agitación sindical de proletarios revolucionarios, el terrorismo anarquista y la reactivación del intervencionismo militar en la política o el espectacular crecimiento de los nacionalismos. Otro gran problema también fue la cuestión religiosa por las denuncias de los progresistas acerca de la gran influencia de la Iglesia en la enseñanza.

Después de la crisis del 98, hubo intentos de poner en práctica medidas regeneracionistas que mejoraran el sistema corrupto e ineficaz. Los regeneracionistas reclamaban reformas y denunciaban el analfabetismo y la pobreza, el atraso económico, la bancarrota del Estado, el caciquismo y el fraude electoral, el militarismo… Proponían la democratización del sistema.
Los partidos turnistas eran conscientes de la necesidad de cambios en el sistema para que se pudiera seguir manteniendo, para ello debían revisionar todos los problemas políticos, económicos y sociales que debilitaban al régimen.

El dirigente conservador Maura emprendió una serie de reformas que partían del programa de Silvela, tratando de proteger la industria(con la adopción del proteccionismo) y la agricultura, reformar la Ley Electoral, contentar a los catalanistas (Ley de Administración Local para dar mayor autonomía a los ayuntamientos, incluyéndose la posibilidad de crear mancomunidades) e intentar hacer frente a los conflictos sociales (creación del Instituto de Reformas sociales o la regulación del descanso dominical).
Sin embargo, este proyecto reformista fracasó. El factor más concluyente fue la actuación de Maura durante los sucesos de la Semana Trágica, sus decisiones ante el problema marroquí y su recurso a una represión desmesurada para detener las revueltas barcelonesas.

La crisis de 1909 se inició con el estallido de la Semana Trágica en Barcelona hizo que la crisis no tuviera marcha atrás. Estos sucesos tenían origen en el cierre de fábricas barcelonesas y la llegada de religiosas franceses que se incorporaban como mano de obra barata; así pues, aumentó el paro. Pero el verdadero detonante fue el reclutamiento de quintas para la guerra de Marruecos. Las tropas que se habían destinado habían sido derrotadas; esta noticia hizo que la ciudad se levantase y se planteara una huelga general. El Estado declaró el estado de guerra frente a la violencia de los huelguistas, sobre todo hacia la Iglesia. El ejército aplastó la revuelta dejando un gran número de muertos y condenados a muerte, como el pedagogo libertario Ferrer i Guardia, cuya ejecución supondría un escándalo internacional.
El anarquismo se acabó de consolidar con la creación del anarcosindicato CNT en 1910.

La caída de Maura llevaría al gobierno al partido liberal, liderado por Canalejas, quien propuso un programa de reformas para cada problema del país. En cuanto a la cuestión militar, promovió la Ley de reclutamiento (servicio militar obligatorio), aunque fracasó por la presión del Ejército hacia la política de Canalejas. Tratando los problemas religiosos, estableció la llamada Ley del Candado, que suponía una mínima separación entre Iglesia y Estado, aunque al no ser aceptada por Roma pasó a limitar el número de órdenes religiosas nuevas. Trató también los nacionalismos con la Ley de Mancomunidades como el primer intento de descentralización con un organismo de cultura propio de la administración catalana. Aplicó leyes sociales que proponían una mejora de condiciones pero ejerció violentamente una represión contra los sindicales. En cuanto a la cuestión marroquí, ordenó ocupar militarmente la zona del Rif y se generalizó la guerra.
La labor de Canalejas se truncó con su muerte a manos de un anarquista que pretendía matar al rey.

El regeneracionismo entró en crisis, así como también los propios partidos dinásticos comenzaron su fragmentación, lo que supuso un transcurso de gobiernos inestables sin que ninguno consiguiera cohesión.
La Restauración se veía colapsada tanto por la inestabilidad política, por el impacto de la Primera Guerra Mundia o por la crisis de 1917.
La Gran Guerra supuso en un primer momento un auge de la economía española por el aumento de la producción de productos industriales y materias primas para los países europeos que se encontraban en guerra; pero, a partir de 1917, España se vio envuelta en una recesión económica por la caída de la demanda.

Finalmente estalló la crisis polítia en 1917. Se conjugaron tres problemas distintos: el problema militar, el problema político con los parlamentarios de Barcelona y el problema social con la agitación creciente del movimiento obrero.
El Ejército presionó al Gobierno para exigir mejoras profesionales y salariales asociándose los oficiales en juntas militares. Sus peticiones fueron admitidas en 1917.
La oposición política al sistema estaba encabezada por la Lliga, dado que los grupos de oposición no podía expresar su opinión en las Cortes, decidieron convocar en Barcelona una asamblea de parlamentarios en la que se exigía la autonomía de Cataluña. Fueron disueltas por las autoridades.
Mientras, la UGT, con la colaboración de la CNT y de algunos militares descontentos, organizó una huelga general indefinida el mismo año para protestar contra el incremento de los precios de los alimentos básicos y para promover una revolución que derrocara al régimen. El Ejército los reprimió en cinco días y muchos huelguistas fueron detenidos.

Otro de los problemas característicos del reinado de Alfonso XIII fue la guerra de Marruecos. Al ocupar, durante el gobierno de Canalejas, la zona del Rif, las cabilas se armaron al acabar la Gran Guerra. Apareció la figura de Abd-el-Krim que dirigió la guerra de las cabilas la cual culminó con la derrota de los españoles (el Desastre de Annual). Se decidió hacer una expedición en el interior que también fracasó con una masacre de los soldados españoles. Ésto supuso un escándalo para el Ejército y la Corona por parte de la opinión pública. Fue entonces cuando se decidió iniciar una investigación que lleva a cabo el Coronel Picasso (Informe Picasso). Para impedir que se hiciera público el resultado del informe, el Ejército dió un golpe de estado en 1923, empezando así la dictadura de Primo de Rivera.

14.2.) DICTADURA PRIMO DE RIVERA

Tras el desastre de Annual y el Informe Picasso que nunca fue desvelado, en 1923, la sociedad española y la vida política se encontraban en una situación de crisis insostenible, que se arrastraba desde 1917. El Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de estado al que ni el rey ni la mayoría de los españoles se opusieron.
Los sublevados declararon el estado de guerra, la suspensión de las garantías constitucionales, la disolución de las Cortes y el poder legislativo, la sustitución de gobernadores civiles por militares y la censura de prensa acerca de la guerra de Marruecos y de la Dictadura. A partir de 1924 se toman una serie de medidas para institucionalizar el régimen militar, formándose así el conocido Directorio Militar, cuyo presidente fue el mismo Primo de Rivera. Se creó el partido de La Unión Patriótica, en el que se intentaba agrupar a todos aquellos políticos que apoyaran al nuevo régimen dictatorial, para devolver progresivamente el poder a los civiles (no se trataba de un partido único, ya que los demás no fueron ilegalizados). La oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida económica y social. Se buscó acabar con el caciquismo y dar una mayor autonomía a los municipios. Se realizaron inversiones en riegos, alcantarillado, obras públicas, dotaciones escolares y sanitarias. Se dictaron instrucciones e incluso una institución (Somatén) para reprimir todo ataque, manifestación o protesta de carácter revolucionario. Primo de Rivera acusó a los nacionalistas catalanes de separatistas y prohibió su himno y su bandera. El gran éxito del Directorio Militar fue terminar con la guerra de Marruecos.
El gobierno militar se sustituyó por el Directorio Civil al nombrar un gobierno formado por antiguos miembros de los partidos turnantes, que fue refrendado por el pueblo mediante un plebiscito. En 1927 convocó una Asamblea Nacional Consultiva, que debería preparar una legislación general y completa que regulara el procedimiento para la vuelta a la normalidad pero la reunión de la Asamblea fracasó, ya que no se llego a ningún acuerdo entre sus miembros respecto al futuro régimen constitucional que podría haber tenido el país. Además, la Unión Patriótica no llegó a arraigar.
Esta etapa se caracterizó por su política social: se creó el Consejo de Trabajo (Organización Corporativa Nacional), con representación de obreros y empresarios bajo control estatal, al estilo del sindicato vertical del fascismo italiano; se ocuparía de la negociación entre patronos y trabajadores. El sindicato UGT se prestó a colaborar en un principio, aunque más tarde se retiró. También se legisló el Código del Trabajo que mejoraría la asistencia social.
A nivel económico se adoptó una política proteccionista, se crearon una serie de monopolios como CAMPSA o Telefónica para la nacionalización de la industria y se fijaron precios de algunos productos.
Ante la falta de apoyo de todos los sectores de la sociedad (anarquistas y aquellos que colaboraron en el Pacto de San Sebastián), incluso del ejército y del propio rey, Primo de Rivera presentó su dimisión en 1930, haciéndose cargo del gobierno el General Berenguer, quien anunció una vuelta al régimen constitucional del 76 y la convocatoria a elecciones generales que fracasan y que, junto a las protestas a causa de los detenidos que pactaron el fallido levantamiento en el Pacto de San Sebastián, dan paso a su dimisión.
Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar que se limito a convocar elecciones municipales para el 12 de abril, para elegir nuevos ayuntamientos que garantizasen la limpieza de unas elecciones constituyentes posteriores. Los republicanos habían ganado en todas las capitales de provincia, donde el sufragio era más limpio. Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, aconsejado por el gobierno lanzó un manifiesto en el que comunicaba su abdicación. La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril.

sábado, 12 de marzo de 2011

Bloque 13

13.1.) Transformaciones económicas: desamortización y cambios agrarios, revolución industrial española, modernización infraestructuras, ferrocarril.
Desde el reinado de Fernando VII, España se encuentra en una profunda crisis económica por deudas y por comercio un débil y la ausencia de la política que lo regularía. La tierra era la principal fuente de riqueza del Antiguo Régimen. Con la llegada del liberalismo surge la propiedad privada y libre; los liberales abolieron los señoríos y los derechos jurisdiccionales de la nobleza (sin expropiaciones).
También la revolución liberal trajo consigo otros pequeños cambios terrenales para transformar el campo español: Godoy da inicio a los primeros decretos desamortizadores, siguiéndole las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal; se implantó además el libre mercado en el sector agrario y Mendizábal decretó la desamortización de bienes eclesiásticos que en principio afectaba a los bienes de los monasterios, aunque luego se amplió a las tierras del clero secular. Con esta desamortización una enorme masa de bienes pasó a las clases dirigentes que pudieron acceder a las subastas de éstas.
Durante el Bienio Progresista se aprobó también la desamortización civil de Madoz, por la que se subastaban las tierras restantes de la Iglesia y las de los ayuntamientos y los bienes urbanos. Se buscaba equilibrar el presupuesto, amortizar la deuda y financiar obras públicas como el ferrocarril.

España era un país fundamentalmente agrario, con una numerosa población campesina. La privatización de estas propiedades no supuso nunca una reforma agraria real. La producción agrícola se basó en la trilogía mediterránea (cereales, olivo y vid).
La agricultura española del siglo XIX estaba caracterizada por la ausencia de inversiones y condiciones para un transporte que pudiera dar lugar a un mercado nacional, el escaso desarrollo técnico, la situación de miseria de los campesinos y una conflictividad creciente entre ellos (derivada de la progresiva toma de conciencia). Además, las tierras no eran adecuadas para grandes producciones y predominaba el pastoreo. Tan sólo la burguesía tenía acceso a la propiedad de tierras, lo que pudo causar el atraso agrícola y el fracaso de la revolución industrial.
( + CONSECUENCIAS).

La industria española presentaba un importante retraso a mediados del XIX en relación con otros países europeos. Diferentes factores explican el lento desarrollo: la geografía del país dificultaba las comunicaciones y encarecía el transporte, influyendo también la escasez de materias primas y fuentes de energía y el lento crecimiento demográfico. Como causas políticas hay que destacar las malas consecuencias de guerras como la de la Guerra de Independencia (se destruyeron actividades artesanales como la textil), la emancipación de los territorios americanos (pérdida de materias primas y del mercado colonial) o la inestabilidad política durante la Primera Guerra Carlista, la cual era un obstáculo para los primeros intentos de industrialización (fábrica Bonaplata). Económicamente podemos apuntar la falta de capitales, ya que los inversores españoles preferían dedicarse a la adquisición de deuda pública o a la compra de tierras desamortizadas, la dependencia de la industria extranjera y la carencia de un mercado interior que absorbiera la producción industrial.

Los dos sectores claves de la industrialización fueron el textil y el siderúrgico, en Cataluña y País Vasco. En Cataluña se desarrolló el primer foco industrial con la Bonaplata. Desde entonces el sector textil catalán fue en contínua consolidación y crecimiento; la industria textil catalana era la cuarta más productiva del mundo.
La Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865) redujo la llegada de algodón y la ampliación de sectores textiles como la industria lanera supuso una especialización que influyó sobre el vertiginoso crecimiento económico registrado hasta el momento. Más adelante se desarrollarían nuevas industrias como la siderúrgica o la química.
Hacia la última década del siglo XIX se acaba imponiendo la siderurgia vasca; el País Vasco acabara siendo el segundo núcleo industrial de España especializado en esas producciones.
La minería se desarrolló sobre todo en el sur este peninsular, en el norte (Asturias, por ejemplo), en Sierra Morena (como en Huelva) y en Almadén.

Una de las consecuencias importantes del proceso industrializador fue el desequilibrio orginado entre regiones por la excesiva concentración de industrias en unas zonas específicas.


13.2.) TRANSFORMACIONES SOCIALES. SOCIEDAD ESTAMENTAL. DEOGRAFIA. MOVIMIENTO OBRERO.
A raíz de la Revolución Industrial las sociedades sufren transformaciones sociales y demográficas. Teniendo en cuenta que en España el proceso industrializador fue tardío, en comparación a otros países europeos y que se concentró tan solo en unas zonas, dejando apartadas las regiones rurales, la población española también experimentó dichos cambios de forma lenta y degradada.
Entre la población española podíamos encontrar signos de que esa sociedad preindustrial del siglo XIX estaba sufriendo transformaciones. Aunque la población se caracterizó por un crecimiento tan lento como moderado a lo largo del siglo, la alta mortalidad aún estaba presente, ya fuera por guerras o el atraso económico de España (insuficientes condiciones higiénicas, carencia de alimentos y mal nutrición, hambrunas...) como por epidemias como la fiebre amarilla o la cólera, así como también el peligro de contagiarse de enfermedades ya habituales (tifus, sarampión, tuberculosis...). La falta de información y de política de sanidad, por ejemplo, con el problema del abastecimiento de agua, complicaba aún más la situación a las que estaban sujetos sobre todo aquellos que aún constituían una superpoblación: los campesinos.
Esta mayoría de campesinos no vieron mejora en sus condiciones de vida mientras que, paralelamente, con el tránsito a la economía capitalista se iba gestando la sociedad de clases en ciudades como Barcelona. Este nuevo modelo social se basaba en la riqueza de cada y en la capacidad intelectual de cada uno; cuanto más, más posible sería el ascenso social. Los bloques sociales que dividían la población eran tres: las clases dominantes (alta burguesía y aristocracia), las clases medias y las populares. La mayor parte de la nobleza no se involucró en el crecimiento económico ni invirtió en compañías ferroviarias o actividades industriales y, por consecuencia, fue perdiendo importancia.
Mientras que las clases altas estaban constituidas por propietarios latifundistas o de grandes propiedades agrícolas y urbanas y los que tenían antiguos títulos y las clases medias las formaban medianos y pequeños comerciantes, profesionales liberales y pequeños propietarios urbanos o miembros de la Administración, las clases populares estaban formadas por la gran parte de la población española y dentro de ellas se incluían los trabajadores pre-industriales, la población rural y el proletariado, protagonistas del movimiento obrero.
Los trabajadores industriales se encontraban en el País Vasco y en mayor medida en Cataluña, en donde se dieron los primeros intentos de asociación obrera (las sociedades de ayuda mutua). La incorporación del vapor a las fábricas provocó despidos y generó algunos episodios de destrucción de maquinaria, pero el luddismo apenas tuvo repercusión en España. A partir de los años 40 el sindicalismo se desarrolló en federaciones de trabajadores por oficio que funcionaban igual que las Sociedad de Socorro Mutua pero reivindicaban mejores condiciones de trabajo y el derecho de asociación y huelga.
La revolución de 1868 despertó las esperanzas de obreros y campesinos, que creyeron que, con
ella, comenzaría el proceso reformas sociales largamente esperado. Con la llegada de Fanelli, un miembro anarquista de la AIT (1ª Internacional), organizó secciones internacionalistas. De ahí, la gran influencia del anarquismo en Cataluña y Andalucía desde el primer momento. Lafargue propagó el marxismo, creando en Madrid un pequeño grupo, germen del PSOE. La división entre marxistas y anarquistas también se dio en España desde el Congreso Obrero de Córdoba. Hasta inicios del siglo XX parte de los anarquistas optan por los ataques terroristas, consolidándose en ciudades como Barcelona y entre los jornaleros andaluces. Los socialistas por su parte, crean un sindicato bajo la inspiración del PSOE, la UGT; se consolidaron en el País Vasco y en Madrid.

viernes, 25 de febrero de 2011

Kant

Se distinguen dos períodos en su pensamiento: el precrítico, en el que se interesó especialmente en la metafísica racionalista y la física de Newton, y el crítico, en el que se dedicó a analizar la capacidad de la razón, sus posibilidades y límites, para hacer Metafísica. El próposito en esta segunda etapa se basa en responder a cuatro preguntas que se hace el filósofo, de las cuales sólo trataremos dos: ''¿qué puedo saber?'', la cual se responde con las matemáticas, la física y la metafísica en la Crítica de la Razón Pura, y ''¿qué debo hacer?'', la cual se responde con la ética en la Crítica de la Razón Práctica.
Las otras dos cuestiones (''¿qué cabe esperar?'' y ''¿qué es el hombre?'') se responden con la religión y la antropología correspondientemente.

La Crítica de la Razón Pura (CRPu) es una obra kantiana en la que se pretende analizar la razón en su uso teórico y cognoscitivo y, respondiendo a la primera de sus preguntas, afirma que la razón tiene dos tipos de elementos con los que trabaja: elementos a posteriori, empíricos o materiales, con los que construimos el conocimiento; y elementos a priori, puros o formales, los cuales, al contrario que con los primeros, no proceden de la experiencia, sino de la razón y son además estructuras vacías de contenido que sirven para organizar los elementos empíricos. Cuando conocemos algo, se ha producido una mezcla entre ambos.
Esta relación entre ellos hace que se produzca el llamado ''giro copernicano'' (el objeto tiene que adaptarse a las condiciones del sujeto).
En segundo lugar, Kant hace un análisis de los elementos formales del conocimiento, preguntándose qué conocemos los hombres. Puesto que la filosofía no tiene rigor y no es exacta, la ciencia (matemáticas y física), la cual sí es rigurosa y exacta, es la mejor forma de conocimiento. Concluido ésto, se pregunta si se puede hacer de la filosofía una ciencia pero, para responderse, necesitará analizar qué es la ciencia. Definiéndola como un conjunto de juicios que se clasifican siguiendo dos criterios, pasa a explicar en qué consiste cada juicio.
En el primer criterio, se clasifican los juicios según la relación que guardan entre sujeto y predicado. Por ello pueden ser analíticos (cuando el sujeto contiene el predicado) o sintéticos (cuando no lo contiene; propios de la ciencia).
En el segundo criterio se tiene en cuenta el tipo de verdad al que hacen referencia y pueden ser juicios a priori (siempre son verdaderos, universales y necesarios; propios de la ciencia) o juicios a posteriori (su verdad depende de la experiencia que se tenga del mismo; pueden ser particulares o contingentes).

Una vez expuesto ésto, Kant divide en tres partes la CRPu en las que intenta responder tres preguntas.
En la primera de ellas, la Estética Trascendental, analiza primero el funcionamiento de la sensibilidad. La sensibilidad produce intuiciones sensibles (o fenómenos), cuyos elementos formales son las intuiciones puras y sus condiciones a priori el espacio (sensibilidad externa) y el tiempo (sensibilidad interna); y los elementos materiales, los cuales nos proporcionan datos sensibles. En segundo lugar, a la pregunta ''¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas?'', responde que es posible porque las matemáticas estudian el espacio y el tiempo.
En la segunda parte, la Analítica Trascendental, analiza en primer lugar el entendimiento (definido como una facultad que permite utilizar conceptos y hacer juicios). El producto del entendimiento son los juicios y los elementos materiales de éstos son la intuiciones sensibles, fenómenos o conceptos empíricos; los elementos formales son los conceptos puros o categorías.
Un ejemplo de categorías es la de causa-efecto. El límite de la aplicación de las categorías está en la experiencia o en los fenómenos. Un elemento material, sin el formal, es ciego y vacío. En segundo lugar, responde a la pregunta ''¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en física?'' justificando que es posible porque la física se construye bajo la categoría de causalidad.
La tercera parte de la CRPu es la Dialéctica Trascendental, la cual también resuelve dos problemas. Primero de todo, se propone analizar la función de la razón, afirmando que ésta es el motor del conocimiento que lleva siempre al hombre a buscar una respuesta más completa de la verdad, es decir, la búsqueda de lo incondicionado (o producto de la razón). Para alcanzarlo necesitamos mezclar elementos materiales y elementos formales, cuyas condiciones son las ideas puras o a priori y son tres: la idea de 'yo' o alma, la idea de Dios y la idea de mundo. La idea de mundo representa lo incondicionado para lo exterior, la idea de alma representa lo incondicionado para lo interior y la de Dios representa el ideal de la razón. Aún así, para el ser estas tres ideas carecen de contenido y al no haber elementos materiales en ellas, no hay conocimiento sobre las mismas. Afirmar que las conocemos supondría hacer un uso ilegítimo de las categorías y éso conduciría al dogmatismo.
Kant pasa a hacer una crítica al dogmatismo basada en ese afán por conocer algo que está mucho más allá de los fenómenos (lo que se muestra por experiencia y se puede conocer), es decir, los noúmenos (lo que no se muestra y sólo se puede pensar).
La conclusión que saca el filósfofo tras su redacción en la CRPu es que no podemos hacer de la filosofía una ciencia, pero si podemos desarollo en la práctica (ética kantiana). Para ello escribió su otra obra: la Crítica de la Razón Práctica (CRPr).

En la CRPr, Kant establece que la única manera de explicar la ética con valor universal es haciéndolo de forma pura y a priori, al contrario de lo establecido en la CRPu.
Éste realiza una crítica a las éticas materiales, planteando en su lugar la ética formal kantiana. Define esta ética como aquella que busca la acción por sí misma, la que se hace por deber en obedecer una ley moral racional, sin estar subordinada a ningún otro fin o bien. Contraponiéndola a las éticas materiales, la ética de Kant se desarrolla en tres pasos que se corresponden en tres críticas.
Primeramente establece que la Ética Formal es una ética universal porque el deber parte de la razón y ésta es universal en los hombres. Consiguientemente defiende que el impertativo es uno categórico (manda la acción en sí misma) y se puede enunciar de tres maneras. En la primera de las formulaciónes se destaca ek carácter universal de la ley moral, en la segundael carácter de independencia de la voluntad respecto de cualquier objeto externo a ella y la tercera de ellas considera que cada hombre es un fin en sí mismo.
En la última de sus críticas establece que la voluntad es autónoma, libre, y que fundamente la ley moral.
Pero, además, Kant, considera sólo se es moral cuando se actúa por deber (necesidad de actuar por respeto a la ley moral), teniendo en cuenta qué acciones serían contrarias, cuáles conformes y cuáles serían por deber, es decir, para cumplir con el imperativo categórico.

Kant concluye la obra con tres postulados. La primera de esas verdades que se admiten sin demostración es la libertad, pues sin ella es imposible la autonomía de la voluntad; la segunda es la inmortalidad del alma, ya que garantiza el progreso del hombre en el deber y la última es Dios porque garantiza la coincidencia entre virtud y felicidad.
En conclusión Kant afirma la existencia de Dios y del alma como postulados pero siguen siendo indemostrables en el uso teórico de la razón.

Pero no sólo se dedicó a estas dos obras, también analizó el momento cultural e histórico en el que vivía, el movimiento ilustrado. Para él la Ilustración obedece a la máxima latina ''sapere aude'', por tanto defiende que el hombre debe prescindir de autoridad y debe pensar por sí mismo, adquiriendo una serie de derechos que el gobernante tendrá que permitir. También defendió la necesidad de la existencia de un poder internacional que evite guerras.

viernes, 4 de febrero de 2011

BLOQUE 12 de TEMAS

12.1 La oposición al sistema liberal: Las guerras carlistas. La cuestión foral.

Del cuarto matrimonio que contrajo Fernando VII con María Cristina de Borbón nació Isabel de Borbón. Hasta entonces el hermano del rey, Carlos Mª Isidro habría sido el heredero de la Corona pero la abolición de la Ley Sálica suponía la concesión de derecho de la hija para reinar en España. Esto supuso el incio de un conflicto ideológico entre los partidarios del liberalismo (que tendrían la oportunidad de acercarse a la Corona)y los absolutisas o carlistas (defensores de la legitmidad de Carlos). En cuanto se dió a conocer la muerte del monarca se levanataron los carlistas, dando así el comienzo de una guerra civil (1833-39) a causa del problema sucesorio del momento.

El carlismo, corriente política ideológicamente absolutista, tiene su inicio con la aparición del Manifiesto de los Realistas Puros, un manifiesto que pedía un relevo de trono y que causó una inurrección de los Pirineos y el definitivo apoyo de algunos absolutistas radicales a la legitimidad del hermano del rey para la sucesión del trono. Los carlistas también defendían una economía protocapitalista, el mantenimiento de las tradiciones religiosas y los fueros de cada región, así como también la defensa de una sociedad aristocrática.
Este movimiento mayoritariamente compuesto por campesinos, clero secular y regular, alguno noble y artesanos, se acentuó sobretodo en el País Vasco, Navarra y la zona interior de Cataluña y algunas de Aragón.

La primera guerra carlista coincide cronológicamente con la regencia de Mª Cristina (madre de Isabel de Borbón), una regencia en la que se llevaron a cavo diferentes reformas liberales.
Esta primera guerra civil entre carlista e isabelinos se puede dividir en tres fases: una primera (1833-35) en la que se consolida el carlismo en las zonas del Norte y Noreste peninsular. El general Zumalacárregui consiguió aglutinar en un ejército regular a los voluntarios carlistas. Éste puso sitio a Bilbao, donde no sólo fracasó, sino que también murió.
En la segunda etapa (1835-37) se caracteriza por las reofensivas carlistas y las distintinas expediciones organizadas, como la que dirigió el propio don Carlos llegando a las puertas de Madrid sin éxito, pues, a diferencia de las otras operaciones, don Carlos se sentía inseguro de ocupar dicha ciudad y tomó la decisión de retirarse hacia al Norte.
En la última etapa (1837-40), el cansancio por la incapacidad de derrotar al enemigo llevó a la escisión de los carlistas en partidarios de acabar la guerra y exaltados que ofrecerían resistencia. Espartero llegó a un acuerdo con el general carlista Maroto, en el Convenio de Vergara (1839): se acordó la integración del ejército carlista en el isabelino y la promesa de la negociación de los fueros en Navarra y País Vasco.
Carlos Mª de Isidro se exilió. Aún así, esta no fue la última guerra carlista, se produjeron dos más a lo largo del siglo XIX (segunda guerra carlista desde 1846 a 1849 y la tercera desde 1872 y 1876).

Αunque se acordara el respeto de los fueros, a medida que pasaba el tiempo se fueron eliminando los fueros hasta su totalidad tras la tercera guerra carlista. Los liberales defendían que las leyes debían ser para la personas y no para los territorios.

12.2) Isabel II (1833-1843): las Regencias.
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12.3) Isabel II (1843-1868): el reinado efectivo.
Tras un período de regencias, el adelanto de la mayoría de edad de Isabel II abrió una nueva etapa política caracterizada por el predominio de los moderados en el gobierno, ya que solo estuvieron fuera del gobierno en dos ocasiones. Se distinguen en este período 4 etapas: la década moderada (1843-53), el bienio progresista (1854-56), el gobierno de la Unión Liberal (1856-63) y la crisis del sistema liberal (1863-68).

Tras la caída de Espartero, se formó un gobierno presidido por el general Narváez, un periodo de estabilidad y orden respaldado por el ejército y las élites sociales.
Para garantizar el ejercicio del poder, el partido moderado promovió elaboró la Constitución moderada de 1845; entre sus principios básicos constaba la confesionalidad del Estado, sufragio censitario restringuido y el recorte de libertades individuales.
Se adaptaron una serie de medidas, como la creación de la Guardia Civil, y otras que influían en la reorganización administrativa del Estado, como la Ley de Ayuntamientos, o reformas económicas, como la potenciación de los impuestos. También en esta etapa se firmó el Concordato con la Santa Sede, en el que el Papa reconoció a Isabel II como reina y aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. A cambio el estado español se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarla el control de la enseñanza y a encargarla labores de censura.
La situación económica de crisis en los últimos años del gobierno moderado alentó el clima de tensión social. El poder cada vez más dictatorial de Narváez culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo.

El bienio progresista se inicia con el golpe militar en Vicálvaro (la 'Vicálvarada') dirigido por el general O'Donnell. El pronunciamiento se radicalizó tras la publicación de un texto en el que los progresistas recogían diferentes peticiones: es el Manifiesto de Manzanares, el cual hizo que consiguieran un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente, el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero. La otra gran figura del gobierno, el general O'Donnell, creó un nuevo partido que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas (la Unión Liberal).
En esta segunda etapa progesista se incició una profundización de las reformas y medidas progresistas. En primer lugar, la elaboración de otra Constitución en 1856. Ésta, que no llegó a entrar en vigor, proclamaba la soberanía nacional y ampliaba los derechos individuales. Además, aprobó una nueva ley municipal que ampliaba el censo de electores --aunque seguía siendo sufragio censitario-- y aceptaba la democratización municipal.
Igual de importantes fueron dos leyes: la ley de la desamortización de Madoz, en la que se nacionalizaron un mayor número de bienes que en la de Mendizábal, y la ley de los ferrocarriles, la cual favoreció que en pocos años se desarrollara una modesta red de vías férreas.

En la última etapa, se produce una alternancia entre el gobierno de la Unión Liberal y los moderados de Narváez. Tras la inestabilidad política del momento y ante unas revueltas violentas en Madrid, O'Donnell --nombrado presidente en el 56-- volvió a proclamar la Consitución del 45 añadiéndole unas actas adicionales y apartando así a Espartero del poder. Poco después la reina lo sustituyó por Narváez, el cual dimitió en un momento en el que se había iniciado una crisis económica y algunos conflictos campesinos en Andalucía; por lo tanto, el líder de la Unión Liberal pasaba a formar gobierno otra vez (58).
La etapa que se iniciaba era más estable económica y políticamente. El crecimiento económico estaba favorecido por la extensión del ferrocarril y la instauración de un sistema capitalista en empresas ferroviarias extrangeras. Se suprimió la desamortización eclesiástica.

Desde 1863 hasta 1868, tras la caída del gobierno de O'Donnell, se sucedieron gobiernos moderados y unionistas dirigidos por conocidas figuras de la política como Narváez o Bravo Murillo, a la vez que se iban radicalizando las posturas de los progresistas. Fue además una etapa de crisis del sistema liberal tanto por corrupciones políticas como por el desprestigio de la figura de la reina Isabel II.

El creciente autoritarismo de Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende: unionistas, progresistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el régimen moderado. De tal forma empezaría un período democrático en España.


12.4) El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República.
Tras un período, con Narváez al poder, de creciente autoritarismo y crisis económica, los unionistas, los progresistas y los democráta se unieron mediante un pacto para formar una coalición política y derribar así el régimen agotado y corrupto de Isabel II y de los moderados.
Movidos por éstos objetivos, el general Topete y los que le apoyaban, hicieron estallar una sublevación en 1868 a la que se le unieron otras revueltas populares en diversas zonas del país (estos hechos son conocidos por el nombre de ''La Revolución Gloriosa'').

Inmediatamente, la coalición estableció un gobierno provisional presidido por Serrano, con el general Prim en el ministerio de Guerra. El nuevo gobierno convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal, con las que los progresistas vencieron y marcaron con su ideología la Constitución de 1869 (contaba con una amplia declaración de derechos individuales, soberanía nacional, monarquía democrática con separación de poderes, sufragio universal masculino, libertad de cultos y con una desecentralización administrativa).Las Cortes también elaboraron dedicadamente leyes constitucionales, reformas judiciales y económicas.
El gobierno se volcó excesivamente en estas tareas, desatendiendo la voz del pueblo. Se iniciaba así el llamado 'Sexenio democrático' (1868-74).

Aprobada la constitución, Serrano fue nombrado Regente y el general Prim pasó a presidir el nuevo gobierno. Fue en esta etapa cuando se adoptó una política librecambista y se estableció la peseta como moneda.
Aparte, el gobierno de Prim tuvo que hacer frente a problemas como las revueltas campesinas en Andalucía, un conflicto añadido a los levantamientos republicanos que fue causa de la declaración de estado de guerra. El estallido de la guerra en Cuba, una guerra que durará diez años, tampoco favoreció la situación en la que se encontraba el panorama político del momento.

A la vez, destronada la reina, se había iniciado la búsqueda de un nuevo rey para España y que aceptara la constitución. Entre una amplia lista de candidatos propuestos, se escogió a Amadeo de Saboya (1871-73), hijo del rey de Italia, a quien Prim apoyaba decididamente y consiguió, al final, que las Cortes lo nombrasen sucesor del trono. Éste contaba con un escaso apoyo tanto dentro del gobierno como en las opiniones populares. Sin embargo, Prim fue asesinado y, ante su ausencia, la posición del rey se debilitaba grandemente.
El período de monarquía constitucional también estuvo condicionado por la oposición de los carlistas y el inicio de la 3ª guerra, la intervención de Estados Unidos en la guerra de Cuba y la creciente hostilidad política y social en contra de su reinado.
Impotente y harto de la situación, Amadeo I abdicó y la Cortes proclamaron la I República el mismo año.

La etapa republicana, la cual duró tan sólo un año, se caracterizó por ser un año de gran inestabilidad política, ya que, el gobierno llegó a estar en manos de cuatro presidentes de diferentes corrientes ideológicas y diferentes concepciones del estado dentro de el republicanismo español (unitarios y/o federalistas): Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
Los gobiernos republicano, además de emprender una serie de reformas radicales, tuvieron que enfrentarse a los aún existentes conflictos bélicos: la guerra cubana, la tercera y última guerra carlista y las sublevaciones campesinas y cantonales, las cuales fueron reprimidas fuertemente por el ejército durante la presidencia de Castelar.

Dentro del ejército había una gran mayoría que conspiraban a favor de la idea para volver a el reinado de los Borbones (alfonsinos). El general Pavía dirigió un golpe de estado militar (1874), causa de la disolución de las Cortes, la suspensión de la Constitución del 69 y se inició una dictadura militar encabezada por el general Serrano; ésta fue una época de grandes avances sociales y económicos.

12.5.)Reinado de Alfonso XII: El sistema canovista y la Constitución de 1876.
Durante la Primera República fue creciendo la oposición que defendía la vuelta de los Borbones (partido alfonsino). Entre ellos Cánovas, quien se había negado a participar en los últimos gobiernos republicanos, intentaba promover el regreso de la monarquía constitucional por medio de la figura del hijo de Isabel II, Alfonso de Borbón.
El joven don Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst, en el que se garantizaban las intenciones del monarca si se restauraba la monarquía constitucional. Este documento estaba redactado por el propio artífice de la Restauración, D. Antonio Cánovas del Castillo.
El pronunciamiento de Martínez Campos rompía con el Sexenio Democrático e impulsaba precipitadamente la Restauración monárquica (1875-1902), sin contar con el apoyo de Cánovas, puesto que rechazaba el intervencionismo militar en las actividades políticas del país.

Don Antonio Cánovas del Castillo forjó la solidaridad entre grupos sociales para proponerles un nuevo sistema político. Su programa había sido elaborado bajo la atracción por el sistema estable inglés, su profundo conocimiento de la historia española y el liberalismo doctrinario, defendiendo una monarquía parlamentaria y conservadora.
El contexto internacional favorecía al cambio, ya que, tanto Francia (por reacción a la Comuna de París) como Alemania (bajo la dirección de Prusia), tenían también sus sistemas políticos convervadores.

El llamado sistema canovista basaba su organización en objetivos como la pacificación o la vuelta al orden con el fin de acabar, por una parte, con la Guerra de Cuba y, por otra, con la Tercera Guerra Carlista. La derrota de los carlistas supuso la supresión de los fueros e instituciones vascas, hecho que alimentaría posteriormente el nacionalismo; no obstante, el País Vasco conservó su autonomía fiscal. La guerra cubana finalizó en 1878 con la Paz de Zanjón, aunque más adelante rebrotaría desembocando en la independencia de la isla y en una guerra contra Estados Unidos.
Otros de los elementos que hicieron posible el sistema canovista fueron la elaboración de una nueva Constitución, el bipartidismo basado en dos partidos de tradición liberal que se irían turnando en el poder y la importancia del papel de la Corona.

El régimen de la Restauración se dotó de una nueva constitución que está básicamente heredada de la moderada de 1845 (por la soberanía compartida, el sufragio, el control de la enseñanza...) y de la de 1869 (por los derechos individuales).
Los principales rasgos de este nuevo texto constitucional son: la soberanía e ini ciativa legislativa compartida (la potestad de hacer leyes reside en las Cortes con el Rey), sufragio restringido (aunque no estaba especificado el tipo para hacer más cómodo el cambio de partidos), el recorte de la libertad religiosa (era un país confesional pero se aceptaba la libertad de cultos); el estado centralista (Ayuntamientos y Diputaciones quedan bajo el control gubernamental y se remite su funcionamiento a leyes orgánicas) y Cortes bicamerales.

Para el funcionamiento adecuado del sistema resultaba imprescindible sustituir el gran número de partidos por dos grandes bloques, dando importancia a la tradición liberal, es decir, los moderados eran conocidos ahora por conservadores (Partido Liberal Conservador, liderado por Cánovas), y los progresistas, llamados ahora liberales (Partido Liberal Fusionista, liderado por Sagasta). La viabilidad de estos dos bloques para alternarse el gobierno dependía en la colaboración de la oposición y en el respeto de las reglas establecidas constitucionales.
Los conservadores se ocuparon sobre todo de desenvolver las medidas de carácter administrativo para adecuarlo al texto constitucional; en cambio, los liberales ampliaron y recuperaron derechos individuales y colectivos.

El fortalecimiento de la Corona se constituyó como eje del Estado. El rey tenía el poder ejecutivo para elegir ministros y dirigir el mando del ejército (aparición de la figura del rey-soldado), pero también el legislativo compartido con las Cortes. Fue, además, el que disolvió las Cortes.

12.6) La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.

Tras la temprana muerte del rey Alfonso XII, figura fundamental de la Restauración, asumía la regencia su viuda, Mª Cristina de Habsurgo, hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII. En esta etapa el sistema canovista acabó de consolidarse.

Cánovas, defensor del bipartidismo inglés como medio para estabilizar la monarquía parlamentaria, quiso ensayar en España la alternancia pacífica en el gobierno de liberales y conservadores (sistema canovista). Los dos líderes de los únicos partidos del momento, Cánovas y Sagasta, ambos liberales, se sucedieron alternativa y pacíficamente el gobierno.

Éstos establecerion un acuerdo, el ''Pacto del Pardo'', en el que se comprometieron a apoyar la regencia, a facilitar el relevo en el gobierno cuando éste perdiera prestigio y apoyos en la opinión pública y a no derogar la legislación que cada uno de ellos aprobara en el ejercicio del poder. La institucionalización que establecía el pacto garantizaba la estabilidad del sistema. Sin embargo, contribuyó a agudizar la corrupción política y a falsear la voluntad popular (el turnismo).

El partido, ya fuera conservador o liberal, fijaba los resultados electorales siempre de forma pactada y negociada con los líderes del otro, siguiendo una estrategia turnista. El turnismo se dió por imposición entre 1875 y 1890 pero a partir de los noventa, ayudado por la cesión de sufragio universal masculino, fue creciendo la corrupción política. Ésto se pudo llevar a cabo en base a diferentes métodos.
La primera práctica recibía el nombre de “encasillado”. Consistía en la elaboración de una lista con los nombres de cada uno de los diferentes distritos electorales; posteriormente se colocaba en cada casilla el nombre del candidato seleccionado por el gobierno para ser diputado, que tenia así, por decisión gubernamental, ganada la elección antes de producirse las votaciones. Siempre se reservaba, para el partido turnante en la oposición, un número suficiente de diputados. Pero, para asegurar los resultados electorales deseados por el gobierno era imprescindible la colaboración de los llamados “caciques”compuesto, por ejemplo, por terratenientes que controlaban los votos de los campesinos analfabetos de pueblos y municipios rurales para garantizar de modo fraudulento los resultados fijados en el “encasillado”.
El ''pucherazo'' también se hizo común entre las medidas utilizadas en el caciquismo. Esta práctica manipulaba votos y listas de votantes e incluso se hacían cambios de urnas.
También las crisis políticas eran fingidas.

En 1886 llegó al poder el Partido Liberal de Sagasta que protagonizó el llamado 'Parlamento Largo', pues fue el mayor período de gobierno de un mismo partido, lo que le permitió aprobar importantes leyes como la ley de asociaciones y la nueva ley electoral. En 1890 el Partido Conservador regresó al gobierno, y durante el resto de la década se alternaron los partidos cada dos años, siempre dirigidos por Cánovas y Sagasta aunque fueran destacando otras personalidades (Maura en el liberal y Francisco Silvela en el conservador). En estos años hay que destacar la creciente agitación social protagonizada por el movimiento obrero y anarquista y la organización de huelgas. Aún así, la crisis del sistema no se produjo hasta estallar una nueva guerra en Cuba, por demandas independentistas.

Hasta entonces el éxito del sistema fue posible en gran parte por la debilidad de la oposición, constituida por un grupo heterogéneo de movimientos políticos o ideológicos, pero poco a poco iba creciendo.
Ya en el último cuarto del siglo XIX, la principal oposición a la monarquía estaba representada por los grupos republicanos, carlistas, anarquistas y algunos socialistas. Los carlistas tenían más fuerza en Navarra y el País Vasco, pero era un movimiento cada vez más residual que apenas supuso problemas.
Los republicanos se caracterizaron por su disgregación en diferentes tendencias y nunca constituyeron un partido único. Era un grupo originario del Sexenio bastante débil políticamente. Con su base social en las clases medias urbanas, estos grupos defendieron la democratización del régimen y diversas reformas sociales. Estuvieron bastante desorganizados, destacando por ejemplo el Partido Radical Republicano, fundado en por Alejandro Lerroux.

A estos movimientos se sumaron los regionalismos y los nacionalismos que, en oposición al régimen, defendían el autogobierno y tenían como objetivos como la creación de instituciones propias y la autonomía administrativa. Los que más destacaron fueron el nacionalismo vasco y el catalán pero, en menor medida, también el gallego y el valenciano.

En principio nacieron como un fenómeno cultural (la ''Renaixença'' en Cataluña y ''Rexurdimento'' en Galicia; rescatando la lengua y las costumbres autóctonas). Encontraron un apoyo social en la burguesía industrial por intereses económicos y los grupos más conservadores y católicos (en el caso del País Vasco), de los cuales obtuvieron los recursos económicos necesarios para comenzar su funcionamiento. Sobre todo en Cataluña el componente económico y la necesidad de protección y defensa de la industria textil fue muy importante. Les unía también la presencia de vertientes anticentralistas.

El movimiento de mayor envergadura se desarrolló en Cataluña, a finales del siglo XIX. Era un movimiento puramente burgués en el que la importancia histórica y cultural estaba presente. La burguesía catalana reclamaba una política económica proteccionista y la autonomía política.
Un ideológo catalanista importante fue Valentí Almirall, fundador del ''Centre Català'', una organización que denunciaba el caciquismo y pedía la autonomía. Poco después, Prat de la Riba fundó la ''Unió Catalanista'' para unificar tendencias y promover las Bases de Manresa, en las que se incluía un proyecto de Estatuto de Autonomía.
A partir del Desastre del 98, Francesc Cambó y Prat de la Riba se encargaron de promover la Lliga Regionalista, un partido convervador, burgués y catalanista que se distanciaban de las tendencias independentistas.

En el País Vasco se desarolló un nacionalismo más radical, surgido como respuesta a los cambios que se dan en la región por la industralización. Se extendió un concepto de la llamada raza vasca de carácter racista y xenófobo, se consideraban superiores a los immigrantes que habían llegado para trabajar en las nuevas fábricas. Se indentificaban con el capitalismo y el centralismo español y con una línea de pensamiento católico y antiliberal. Sabino Arana fue el principal ideólogo, fundador del Partido Nacionalista Vasco. A partir de 1898 el programa político empieza a tomar un carácter independentista.

12.7.) Guerra colonial y crisis del 98
Cuba y Flipinas estaban sometidas al poder de España, no tenían autonomía administrativa, ni derechos políticos de representación y estaban sometidas económicamente. En la Paz de Zanjón, tras la ''guerra larga'' con Cuba, se acordó dar a la isla cubana cierta autonomía, pero no se cumplió y se desencadenó así la ''guerra chiquita'' que culminó con la victoria de Martínez Campos.

En este contexto, pasado ya un tiempo, se dió la llamada crisis del 98 que implicaba tanto las cuestiones de Cuba como las filipinas. Este suceso se desencadenó en base a factores como la maduración del movimiento independentista en Cuba, cuyos líderes fueron José Martí y Antonio Maceo, y en las Filipinas, cuya sublevación estuvo dirigida por José Rizal.
Hasta entonces, la política colonial de los liberales y conservadores se había basado en la negación de cumplir aquello a lo que aspiraban los cubanos y filipinos: la autonomía; también en el interés económico de las colonias para el mercado interior, las materias primas que podrían explotar y las inversiones en los territorios.
Para Estados Unidos, también el territorio cubano despertaba interés, ya que si lo tuvieran bajo su dominio éso supondría tener en su poder el comercio del tabaco y del azúcar. Además, el emplazamiento de la isla resultaba especialmente atractivo para el control estratégico del Caribe. Los gobiernos de la Restauración no accedieron a venderle la isla.

En el momento en que estalló la guerra de Cuba (1895), los cubanos se levantaron y dominaron parte de la isla con una guerra de guerrillas. La política de Martínez Campo, intentando repetir la política de conciliación o apaciguamiento que anterior mente había triunfado, fracasó. Ésto supuso la extensión de la rebelión por toda la isla. En una segunda etapa del conflicto bélico, el general Weyler emprendió una dura acción represiva y aisló a las guerrillas con una guerra de desgaste. Destituido Weyler , se abogó por una política más sútil que pasó a conceder la autonomía a Cuba. La medida había llegado demasiado tarde y la revolución siguió su curso hasta la intervención de EUA con el pretexto del hundimiento del Maine (1898), hecho que los americanos atribuyeran responsable del accidente militar.
La victoria de este corto conflicto bélico la tuvieron los estadounidenses, tanto por la mayor calidad en técnicas y material de guerra, como así también la proximidad a sus bases.

En el problema filipino también habría intervenido EUA y, deñ mismo modo, España salió derrotada. Se firmó un acuerdo entre los rebeldes y el gobierno español, para poner fin a todo el conflicto hispano-estadounidense, en París. Éste supuso el fin del imperio colonial español, con la repartición de territorios que anteriormente habían sido colonias españolas: Puerto Rico, Filipinas, Guam y Cuba para los vencedores y el resto de tierras para los alemanes.

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