jueves, 21 de abril de 2011

De la República al fin de la GC (2ª parte del Bloque 14)

14.3) II Rep. + Constitución '31:
Tras las elecciones del 12 de abril de 1931 y la victoria de los republicanos en las grandes ciudades españolas, Romanones aconseja al rey Alfonso XIII que abandone el país. El dia 14 se proclamó la Segunda República de España. El Comité Revolucionario establecido en San Sebastián se convertía en el nuevo gobierno provisional, presidido por Alcalá Zamora. Dentro de este gabinete destacaban personalidades del Ministerio de Guerra e Instrucción Política de Izquierda Republicana como Azaña o Prieto y Largo Caballero, del PSOE, en el Ministerio de Hacienda y Trabajo.
El gobierno provisional llevó a cabo algunas medidas, tanto sociales (jornada laboral de 8 horas, medidas que mejoraran las condiciones de los campesinos, creación de jurados mixtos...), medidas educativas (el derecho a educación, el aumento de profesores y escuelas, la voluntariedad de las clases de religión...), medidas militares (modernización y reestructuración del Ejército, supresión de los órganos más conservadores, unificación de escalafones...) como medidas reformistas estatales (resintauración de la Generalitat de Cat., aprobación de estatutos de autonomía...).
Cada una de estas medidas tuvo su propia repercusión y sus propias consecuencias; por ejemplo, las reacciones violentas de los terratenientes, la enemistad con la Iglesia o la oposición de gran parte de los oficiales del Ejército en contra de la República.

En junio de 1931 se celebraban elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría una coalición de republicanos y socialistas. El PSOE el mayor número de escaños, seguido del Partido Radical de Lerroux. El primer objetivo de las Cortes era elaborar un nuevo texto constitucional.
La Constitución de 1931, claramente progresista, reflejaba un pensamiento democrático y avanzado y buscaba una redistribución de la riqueza y la creación de un estado del bienestar que alcanzara a toda la sociedad, yendo más allá de la defensa del liberalismo de constituciones anteriores.
Concretamente entre sus rasgos más significativos podemos mencionar:
-La definición de un régimen democrático, parlamentario, laico, moderno y descentralizado.
-El establecimiento de la soberanía nacional y una marcada separación de poderes en la que el ejecutivo recaerá en los presidentes del Gobierno y de la República, un legislativo unicameral representado por el Congreso de los Diputados y un poder judicial en cuya cúspide se ubicaba el Tribunal Supremo.
-El reconocimiento del sufragio universal, si bien será necesaria una posterior reforma para que las mujeres accedan al voto, hito que logran en 1933.
-La elección del presidente de la República de forma indirecta a través de compromisarios.
-Una ordenación territorial en la que se contempla la concesión de estatutos de autonomía como los de Cataluña (1932) y País Vasco (1936).
-El reconocimiento de una amplísima nómina de derechos individuales, así como toda una serie de derechos sociales que incluían seguridad social, protección del trabajo infantil y femenino, limitación de la jornada laboral y la estipulación de un salario mínimo.
-La anteposición de los intereses económicos nacionales sobre los privados, posibilitándose las nacionalizaciones de empresas o sectores económicos.
-Una tajante separación Iglesia-Estado que traerá cola, puesto que amén de la libertad de cultos y la no confesionalidad estatal, el nuevo texto pone fin a los subsidios al clero, prohíbe la enseñanza a las órdenes religiosas, admite el divorcio, los cementerios civiles e insta a la disolución de los jesuitas.

Por lo que se refiere al bienio reformista, este toma las riendas de manos del gobierno provisional una vez promulgada la Constitución de 1931. Alcalá-Zamora como presidente de la República y Azaña como jefe de Gobierno fueron los cargos más visibles de un gobierno que pretendió desarrollar una batería de reformas que modernizaran el país:
La Reforma Agraria (el gran objetivo fue la redistribución de la propiedad agraria que pretendía satisfacer fundamentalmente a los jornaleros sin tierras;finalmente no cuajó, dejando insatisfechos tanto a terratenientes como a jornaleros)reformas laborales (destacan la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos o la Ley de Accidentes del Trabajo), reformas militares (se redujo el número de oficiales profesionales; también se promovió una reorganización de la administración y de la enseñanza militar y se creó un cuerpo encargado del orden público de la República, la Guardia de Asalto), reforma religiosa (con el objetivo de promover un Estado laico se adoptan una serie de medidas y otras leyes complementarias como la Ley de Divorcio o la secularización en diferentes ámbitos), reforma educativa y política cultural(encaminada también hacia un mayor laicismo; destaca la Institución Libre de Enseñanza con un programa que, siguiendo el modelo francés, proponía un sistema educativo unificado, público, laico, progresivamente mixto y gratuito), reforma autonómica (que afectará principalmente a regiones como Cataluña, País Vasco y Galicia), impulso de las obras públicas (con el objetivo de extender el regadío y llevar a cabo toda una serie de obras hidráulicas)

El gobierno reformista toca a su fin cuando fundamentalmente dos problemas precipitan su crisis. Por un lado asistimos al reagrupamiento de la derecha antiliberal, patente en algunos intentos de insurrección militar como la “Sanjurjada” (agosto 1932) y en la formación de diversos grupos políticos afines al fascismo, como las JONS de Ledesma y Redondo, la FE de José Antonio Primo de Rivera o la Renovación Española de Calvo Sotelo. También irá afirmándose la derecha católica conservadora representada por Acción Popular, base de lo que luego será la CEDA liderada por Gil Robles. Por otro lado tuvo lugar la ofensiva sindical e insurreccional de la CNT, promotores de la acción directa, la huelga general e incluso llegan a proclamar un comunismo libertario que en ejemplos como Casas Viejas (Cádiz) será reprimido con dureza.
Estos problemas contribuyen decisivamente a que el gobierno convoque elecciones en noviembre de 1933, primeras en las que las mujeres pueden votar, y que se saldaron con el triunfo de la coalición de centro-derecha encabezada por el Partido Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles.



14.4) Bienio radical-cedista + Revolución de Octubre + Elecciones del 36 y Frente Popular
Tras el bienio reformista (1931-33), la coalición republicano-socialista fue perdiendo apoyos y prestigio a causa de hechos como el desastre de Casas Viejas ('33), la paralización de las reformas y tareas del gobierno o las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux, que se había ido inclinando cada vez más hacia la derecha y que inició una política de obstrucción en las Cortes. El PSOE rompió con Azaña y los anarquistas se alejaron del juego político. Finalmente Azaña presentó la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.

La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favoreció la victoria de una coalición de las derechas formada por los Radicales de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Lerroux asumió la jefatura del gobierno hasta octubre del '34 y, tras él, el gobierno estuvo presidido por los cedistas hasta febrero del '36.

El nuevo gobierno se dedicó a echar para atrás las medidas más revolucionarias del periodo anterior: se paralizó totalmente la reforma agraria y la secularización de la enseñanza, se decretó una amnistía para los militares participantes en el golpe del 32 (Sanjurjo), se detuvo la reforma militar y se puso en puestos clave a militares contrarios a la república (como Mola o Franco) y se paralizó el estatuto de autonomía para el P. Vasco y de Catalunya. También se le concedió a la Iglesia subvenciones monetarias, aunque por Constitución no estuviese aceptado.

En Cataluña surgió un enfrentamiento cuando el Parlament aprobó una ley, que convertía en propietarios a los arrendatarios de tierras tras 12 años, que posteriormente fue declarada por el Tribunal de Garantías Constitucionales como anticonstitucional. La respuesta del Gobierno de Lluis Companys fue aprobar una nueva Ley prácticamente idéntica.
Se produjo además un crecimiento espectacular de la conflictividad social. El deterioro de las condiciones laborales y la arrogancia de los patronos, amparados en la victoria electoral de 1933, desató graves conflictos, como la huelga campesina de junio de 1934 en Andalucía y Extremadura.

Frente a la actitud de la derecha, sectores del PSOE y de la UGT prepararon una insurrección armada que debía ir acompañada de una huelga general, lo que suponía un intento de la izquierda por crear una república de trabajadores mediante la revolución, la Revolución de Octubre de 1934. Como movimiento nacional la revolución fue un fracaso, triunfando solo en Asturias, que quedó aislada del resto del movimiento y fue controlada por los comités obreros y la milicia del ejército rojo hasta la intervención del ejército de Marruecos, al mando del general Franco. Cuando la revolución finalizó el país estaba dividido y los ánimos más encendidos.
En Cataluña, la insurrección tuvo carácter independentista y fue rápidamente reprimida por del Ejército. Se suprimió el Estatuto de autonomía de Cataluña temporalmente.

Los sucesos de octubre provocaron una agrupación de los antirepublicanos de la derecha en el Bloque Nacional, mientras que la izquierda se coligó en el Frente Popular, el cual aglutinaba tanto a comunistas, como republicanos y socialistas (la CNT les dió apoyo, pero sin participar). Fueron disueltas las Cortes y el presidente de la República, Alcalá Zamora, convocó nuevas elecciones para el ‘36.
La participación en las elecciones fue masiva y el Frente Popular obtuvo más escaños que el Bloque Nacional.

En los días siguientes, sin esperar a la segunda vuelta de las elecciones ni a la proclamación de resultados, los grupos de izquierdas asaltaron las cárceles dejando en libertad a los detenidos por el golpe de Estado de 1934 (Rev. de Octubre).
El Gobierno formado ya por Azaña puso en marcha el programa del Frente Popular de inmediato: se restableció el Estatuto catalán, se enviaron a destinos alejados de Madrid a generales ''sospechosos'' como Franco (Canarias), se puso en práctica la Reforma Agraria devolviendo a los campesinos las tierras, exclusión de los republicanos más moderanos (hasta llegar a destituir a Alcalá Zamora), etc. Tras una crisis de gobierno, Azaña dimite y es nombrado Presidente de la República; el nuevo gabinete pasó a presidirlo Casares Quiroga.

Los sindicatos se fueron radicalizando con la ocupación y explotación de tierras, provocando enfrentamientos entre los campesinos jornarleros y los terratenientes y la Guardia Civil.
Poco a poco el Gobierno fue perdiendo el control de las calles y desde el mes de abril se sucedieron las luchas callejeras, las provocaciones y los asesinatos entre grupos radicales.
También se vive una radicalización de la derecha en las mismas Cortes ya fuera por parte de Gil Robles, quien denunciaba los numerosos asesinatos, huelgas y quemas de iglesias, o Calvo Sotelo, quien amenazó con el mismismo golpe de estado.

El 12 de julio de 1936 apareció asesinado el teniente Castillo perteneciente a la republicana Guardia de Asalto . Al día siguiente un grupo de guardias, actuando por su cuenta, detuvo y ejecutó al diputado José Calvo Sotelo. Este fue el pretexto para el conspirado alzamiento militar dirigido por los generales Mola, Sanjurjo, Franco y Goded.
El 17 se sublevó el ejército de Marruecos. El día 18 muchas regiones se habían sumado al alzamiento mientras otras permanecían fieles al gobierno de la República. La guerra era inevitable.


14.5) SUBLEVACIÓN MILITAR, ESTALLIDO DE LA GUERRA: DESARROLLO, ETAPAS Y EVOLUCIÓN X ZONAS

Con el objetivo de acabar con la República, un grupo de generales monárquicos y conservadores (SanJurjo, Mola, Fanjul, Franco) junto con grupos como la Falange o los carlistas, preparaba desde el triunfo del Frente popular una conspiración militar. Aún así, no había ningún acuerdo preestablecido sobre el régimen que se impondría posteriormente.
El coordinador de la conspiración fue el general Mola, pero el alzamiento se inició cuando el día 17 se sublevó el ejército de Marruecos, dirigido por Franco tras llegar desde Las Palmas. En la península se dio poca relevancia al hecho; pero al día siguiente los jefes militares de dieciséis provincias se suman al alzamiento: parte de Andalucía (Queipo de Llano), parte de Aragón y Navarra (Mola), Castilla y León (Davila) y de Galicia. Sin embargo la sublevación fracasa en Madrid, Cataluña, País Vasco, Valencia, Castilla - la Mancha, Extremadura y Asturias.
Una vez fracasado el golpe, ya fuera por fidelidad a la República o por la reacción popular en contra de los rebeldes, se inicia el enfrentamiento entre los dos ejércitos, el sublevado y el leal a la República, en una guerra civil que durará tres años y dividirá España en dos zonas, la zona ''nacional'', que recibía apoyo de fuerzas extranjeras (la Italia fascista y la Alemania nazi) y la zona republicana.

El gobierno de Casares Quiroga, que restó importancia a la sublevación, no supo reaccionar a tiempo y fue sustituido por el del republicano Giral, quien entregó armas a
las milicias sindicales y a las de los partidos del Frente Popular.
Precisamente los fracasos más destacados tuvieron lugar en Madrid y Barcelona donde la participación de las milicias de la CNT y la UGT, que habían conseguido armas, fue decisiva. En Madrid, asaltaron el Cuartel de la Montaña, principal reducto de los sublevados y masacraron a sus defensores. En Barcelona, una inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto abortó la insurrección. En el País Vasco, el gobierno del PNV se mantuvo al lado de la República.

La zona nacional (meseta Norte, zona pirenáica, Galicia, norte extremeño, Baleares, Zaragoza, Oviedo, Canarias, Sevilla y el protectorado marroquí) contaba con reservas de cereal y ganado y minas, pero en ella escaseaban las industrias y los recursos financieros. La mayor parte del ejército, sobre todo sus oficiales, estuvo al lado de los sublevados junto a los requetés carlistas y las milicias falangistas. Ante todo, aunque tenía menos tropas, era un ejército más preparado y disciplinado, sobre todo el ejército de África.

La zona republicana (costa mediterránea, mitad sur y cornisa cantábrica exceptuando Galicia) contaba con las grandes ciudades industriales y los centros financieros más importantes, también con el trigo de la Mancha y los productos de la huerta levantina. Los sectores del ejército se habían mantenido fieles (la Guardia de Asalto, la Guardia Civil, unidades militares aisladas, la mayor parte de la flota (los marineros se amotinaron contra los oficiales rebeldes) y la escasa aviación). Aún así, las unidades del ejército quedaron prácticamente desarticuladas ya que el gobierno había disuelto muchas de dudosa fidelidad. Las milicias populares estaban indisciplinadas y desorganizadas.
Las clases medias se fueron distanciando progresivamente de la izquierda.

La evolución de la guerra estuvo determinada por la iniciativa de los militares sublevados; se pueden distinguir tres etapas.
Desde julio del '36 hasta finales del mismo año, es la fase en que los sublevados consiguen el paso de las tropas africanas a la península y, ayudados por los alemanes y los italianos, consiguen dominar parte del país, aunque el principal objetivo fue Madrid. La capital fue atacada por el Norte (Mola) y por el Sur (Yagüe) y, aún así, no consiguieron ocupar la ciudad, pues Madrid tuvo tiempo para preparar su resistencia y el gobierno republicano será trasladado a Valencia, en Madrid se creó una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. La resistencia madrileña contaba con brigadas internacionales, columnas anarquistas y resistencia popular, armas rusas... Ante esta resistencia los jefes nacionales deciden aislar Madrid del resto de España, estableciendo un cerco. Sin embargo, esta decisión no funcionó ni en el Jarama ni en Guadalajara donde los italianos fueron frenados. La ciudad fue bombardeada por alemanes e italianos, pero los madrileños resistían bajo el grito ''no pasarán''.

A partir de 1937, mientras las batallas del Jarama y de Guadalajara tratan de rodear hasta incomunicar la capital sin éxito, las tropas de Queipo de Llano tomaban Málaga con la ayuda de los italianos. Uno de los objetivos principales de esta etapa es la toma por los nacionales del frente norte. La zona norte republicana, de gran riqueza minera e industrial, fue cayendo sin mucha dificultad a manos de los nacionales. En esta campaña juega un importante papel los bombardeos de la aviación alemana (Legión Cóndor) como en el caso de Guernica, donde gran parte de la ciudad fue destruida. Los republicanos contraatacaron -con escaso éxito, pues finalmente cayó el Norte- en Brunete (cerca de Madrid) y en Belchite (Zaragoza).

En los dos últimos años de guerra, los republicanos iniciaran una guerra de desgaste que fracasará. En diciembre del 37 el ejército republicano, con ayuda de las Brigadas Internacionales, toman la ciudad de Teruel (punto clave que une las regiones republicanas de Cataluña, Levante, Castilla la Mancha y Madrid), pero en febrero del 38 una contraofensiva nacionalista lo recupera. La fase crítica de la guerra es producida por la llegada de los nacionales en Castellón cortando en dos, Cataluña y Valencia, la zona mediterránea republicana. Para frenarles, el ejército republicano concentra todos sus efectivos en el Ebro, donde se va a dar la batalla más cruenta de la guerra, la Batalla del Ebro. La derrota del ejército republicano, y su casi total destrucción, deja la zona republicana dividida y Cataluña aislada. Una tras otra caen las capitales catalanas (Tarragona, Barcelona y Gerona), sin casi oponer resistencia.

Los que defendían una negociación con Franco para su rendición organizaron un golpe de Estado dirigido por el coronel Casado. De nada les valió, ya que Franco sólo aceptó la rendición incondicional, lo que les hizo capitular y entregar Madrid. El 1 de abril se dio por finalizada la guerra con la victoria franquista.



14.5.) Consecuencias y dimensión internacional de la Guerra Civil Española

La guerra civil española comenzó con una sublevación militar que pretendía aniquilar a la República, pero lo que pretendía ser un golpe de Estado rápido se convirtió en un largo conflicto de casi tres años de duración.

Al margen de esta cuestión la intervención extranjera tuvo una gran importancia en el desarrollo de la guerra dentro de España.
La República intentó que la Sociedad de Naciones interviniera contra Italia y Alemania por su intervención directa en la guerra, pero tuvo que esperar más de un año desde que empezó el conflicto para que se aprobase una resolución, que finalmente no fue aplicada.
Por otra parte, Francia y Gran Bretaña elaboraron un documento en el que se prohibía en ambos países la venta de todo tipo de material militar con destino a España.
Este fue el punto de partida para la creación del Comité de No Intervención, con sede en Londres. Se intentaba con ello evitar que el conflicto se internacionalizara y por otro ayudar de forma indirecta a la República evitando la entrega de armas a los rebeldes. Pero fue un fracaso, aunque lo firmaron más de treinta países, entre ellos Italia y Alemania.

Francia, gobernada también por un Frente Popular, dirigido por el socialista León Blum, decidió al principio ayudar a la República, pero las presiones británicas y las divergencias internas le obligaron a suspender la ayuda. Por eso decidió impulsar el Comité de No Intervención. Su papel acabaría siendo el de país de acogida y asilo.
Gran Bretaña de forma oficial apoyó la neutralidad, lo que no impidió que firmara un acuerdo con Italia en el que admitía la presencia de tropas italianas en España, además le inquietaba el matiz revolucionario del Frente Popular.
EEUU interpretó la guerra como un avance del comunismo en Europa, (aunque paree que el presidente F.D. Roosevelt estaba a favor de la República) adoptó una política de no intervención y prohibió la venta de armas en España. Aunque grandes empresas americanas como La TEXACO o General Motors abastecieron al ejército franquista.
Los países que ayudaron de forma directa a los militares sublevados fueron los que tenían regímenes fascistas o similares. Por ejemplo, Alemania ofreció la ayuda más determinante en el ámbito militar desde los primeros momentos apoyando a los sublevados, tanto por razones estratégicas como para probar la eficacia de su gran máquina de guerra, con la participación directa de la legión Cóndor de aviación, esencial para la guerra y responsable del bombardeo de Guernica. Se dio ayuda financiera y se enviaron instructores militares. En el caso de Italia, proporciono ayuda vital en número de hombres y valor económico. La ayuda de Mussolini fue inmediata gracias a la firma un tratado de amistad y de reconocimiento con el gobierno de Burgos, porque esperaba obtener ventajas en su ambición de controlar el Mediterráneo.

La República como régimen democrático y legítimo de la nación debería haber podido disponer de la ayuda de las democracias occidentales. También destacó la ayuda de las brigadas internacionales de EUA o Inglaterra, pero los únicos países que la apoyaron con decisión fueron La Unión soviética y Méjico: la Unión Soviética inició su ayuda en octubre de 1936 y se mantuvo constante a lo largo de la guerra con aportaciones de hombres y material, pero su exigencia de pago por adelantado obligó a la República a enviar a la URSS las reservas de oro del Banco de España, sin que al final de la guerra se restituyera nada. Méjico se limitó a mostrar apoyo a la República y a enviar fusiles. Las Brigadas Internacionales eran tropas formadas por voluntarios (60 000 hombres) que ante la política de no intervención de sus gobiernos deciden luchar en España a favor de la República y contra el fascismo. Eran hombres en su mayoría de izquierda (anarquistas, socialistas, comunistas...).

Como todas las guerras de cierta duración la guerra española se cobró un alto precio en costes materiales y humanos. La producción agraria disminuyó en algo más del 20% y la industria en más del 30%.
Se destruyeron total o parcialmente unas 500 000 viviendas.
Quedó inservible más de un tercio de la marina mercante y una parte considerable del tendido ferroviario y de la red de carreteras.
Por otro lado España había perdido gran parte del oro del Banco de España y el gobierno de Franco se había endeudado con Alemania e Italia.
En cuanto al número de muertos podría superar los 300 000 entre el frente y la retaguardia. La represión en los dos bandos se cobró al menos 145 000 víctimas. Pero además entre 28 000 y 50 000 personas fueron fusiladas y muchas más encarceladas una vez acabada la guerra. Los que pudieron optaron por exiliarse, en torno a medio millón de españoles abandonó el país huyendo de la represión. Se marcharon bastantes de los mejores intelectuales y científicos del país con lo que el panorama cultural quedó muy empobrecido. Las consecuencias demográficas se hicieron patentes en la caída de la natalidad.
La Guerra marcó moralmente a la sociedad española de la posguerra y ha dificultado la reconciliación entre vencedores y vencidos.
La consecuencia política inmediata de la guerra fue la instauración de una dictadura militar: El Franquismo que duraría casi cuarenta años.

domingo, 10 de abril de 2011

Marx (s. XX)

Karl Marx es uno de los conocidos filósofos de la sospecha del siglo XX. Su pensamiento se divide en dos períodos, en el primero se ocupó del trabajo alienado (Manuscritos de economía y filosofía) y en el segundo trató el materialismo histórico (La ideología alemana). En los Manuscritos de economía y filosofía se centra en la antropología.
Marx defiende que el hombre no tiene una esencia definida o fija y se hace en función de las condiciones materiales (de trabajo) bajo las que vive. Estas condiciones materiales de vida son un producto del mismo, ya que el hombre se caracteriza por su capacidad para transformar la realidad, es decir, es un ser práctico y no sólo teórico. El trabajo es una actividad productivo-trabajadora. En el siglo XIX estas condiciones son las que están impuestas por el sistema capitalista y el trabajo se ha convertido en trabajo alineado, o sea, explotado y/o deshumanizado.
La alienación del trabajo tiene dos aspectos y supone, por una parte, la alienación del objeto y, por otra, la alienación de la actividad. El primer aspecto hace referencia al objeto que produce el trabajador, el cual pasa a manos de otro y ése mismo producto se convierte en algo que domina al trabajador; además, cuanto más producimos, mayor es nuestra alienación porque dependemos de nuestro trabajo. El segundo se refiere a la desposesión a la que se ve sometido el hombre cuando su propia actividad es vendida a otro que será entonces propietario de la misma, hasta llegar a tal punto que nos pague por ella.
En La ideología alemana desarrolla el materialismo histórico, una forma de interpretar la Historia desde sus bases materiales y de manera dialéctica. Según Marx, la Historia está llena de contradicciones, las cuales causan nuevos períodos históricos. Esta interpretación se opone a las formas de explicar la Historia que tenían los historiadores alemanes del momento, quienes daban una interpretación en base a las ideas. Cada etapa histórica, para Marx, puede explicarse con el concepto ‘’modo de producción’’. Un modo es un modelo teórico que explica las condiciones bajo las cuales ha vivido el hombre en cada momento histórico. Cada modo encierra dos conceptos fundamentales: la infraestructura económica y la sobreestructura ideológica.
La infraestructura económica se ocupa de las condiciones productivas de una etapa histórica concreta. Por una parte, describe las condiciones de trabajo del hombre y, por otra, los medios de producción, es decir, los elementos que entran a formar parte del trabajo. Defiende que durante todos estos años ya ha habido conexiones para conectar el uno y el otro, y el último de los casos, el cual está denunciando principalmente, es el capitalismo. El sistema capitalista ha hecho de los medios de producción una propiedad privada. Además, los intereses de los burgueses son contradictorios con los de los proletarios. Esta contraposición es el principal motor de la Historia que se ha ido repitiendo: la lucha de clases.
Marx define la sobrestructura ideológica como un conjunto de ideas generadas por una determinada infraestructura económica. Tiene como función justificar o disfrazar la situación de alienación que provoca la infraestructura económica. A esta sobrestructura la reconoce también como ‘ideología’. Para éste, una ideología es una falsa conciencia, una manera de pensar errónea). Se forma a través de ideas políticas, como por ejemplo: el liberalismo de Locke, las ideas económicas de Adam Smith, las ideas filosóficas de Aristóteles respecto a la propiedad privada o las religiosas, como el cristianismo, reconocido por ese autor como el generador del odio entre el pueblo. A través de la ideología se piensa que la situación es legal e influye en ciertos aspectos sobre la estructura económica impuesta, aunque no se espera que se produzcan cambios de vida.
 Para dar fin a su teoría, Marx propone que los trabajadores tomen conciencia del disfraz al que se ven sometidos los hombres y, una vez concienciados de tal cosa, podrán cambiar la estructura si actúan de un modo revolucionario.