sábado, 12 de marzo de 2011

Bloque 13

13.1.) Transformaciones económicas: desamortización y cambios agrarios, revolución industrial española, modernización infraestructuras, ferrocarril.
Desde el reinado de Fernando VII, España se encuentra en una profunda crisis económica por deudas y por comercio un débil y la ausencia de la política que lo regularía. La tierra era la principal fuente de riqueza del Antiguo Régimen. Con la llegada del liberalismo surge la propiedad privada y libre; los liberales abolieron los señoríos y los derechos jurisdiccionales de la nobleza (sin expropiaciones).
También la revolución liberal trajo consigo otros pequeños cambios terrenales para transformar el campo español: Godoy da inicio a los primeros decretos desamortizadores, siguiéndole las Cortes de Cádiz y el Trienio Liberal; se implantó además el libre mercado en el sector agrario y Mendizábal decretó la desamortización de bienes eclesiásticos que en principio afectaba a los bienes de los monasterios, aunque luego se amplió a las tierras del clero secular. Con esta desamortización una enorme masa de bienes pasó a las clases dirigentes que pudieron acceder a las subastas de éstas.
Durante el Bienio Progresista se aprobó también la desamortización civil de Madoz, por la que se subastaban las tierras restantes de la Iglesia y las de los ayuntamientos y los bienes urbanos. Se buscaba equilibrar el presupuesto, amortizar la deuda y financiar obras públicas como el ferrocarril.

España era un país fundamentalmente agrario, con una numerosa población campesina. La privatización de estas propiedades no supuso nunca una reforma agraria real. La producción agrícola se basó en la trilogía mediterránea (cereales, olivo y vid).
La agricultura española del siglo XIX estaba caracterizada por la ausencia de inversiones y condiciones para un transporte que pudiera dar lugar a un mercado nacional, el escaso desarrollo técnico, la situación de miseria de los campesinos y una conflictividad creciente entre ellos (derivada de la progresiva toma de conciencia). Además, las tierras no eran adecuadas para grandes producciones y predominaba el pastoreo. Tan sólo la burguesía tenía acceso a la propiedad de tierras, lo que pudo causar el atraso agrícola y el fracaso de la revolución industrial.
( + CONSECUENCIAS).

La industria española presentaba un importante retraso a mediados del XIX en relación con otros países europeos. Diferentes factores explican el lento desarrollo: la geografía del país dificultaba las comunicaciones y encarecía el transporte, influyendo también la escasez de materias primas y fuentes de energía y el lento crecimiento demográfico. Como causas políticas hay que destacar las malas consecuencias de guerras como la de la Guerra de Independencia (se destruyeron actividades artesanales como la textil), la emancipación de los territorios americanos (pérdida de materias primas y del mercado colonial) o la inestabilidad política durante la Primera Guerra Carlista, la cual era un obstáculo para los primeros intentos de industrialización (fábrica Bonaplata). Económicamente podemos apuntar la falta de capitales, ya que los inversores españoles preferían dedicarse a la adquisición de deuda pública o a la compra de tierras desamortizadas, la dependencia de la industria extranjera y la carencia de un mercado interior que absorbiera la producción industrial.

Los dos sectores claves de la industrialización fueron el textil y el siderúrgico, en Cataluña y País Vasco. En Cataluña se desarrolló el primer foco industrial con la Bonaplata. Desde entonces el sector textil catalán fue en contínua consolidación y crecimiento; la industria textil catalana era la cuarta más productiva del mundo.
La Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865) redujo la llegada de algodón y la ampliación de sectores textiles como la industria lanera supuso una especialización que influyó sobre el vertiginoso crecimiento económico registrado hasta el momento. Más adelante se desarrollarían nuevas industrias como la siderúrgica o la química.
Hacia la última década del siglo XIX se acaba imponiendo la siderurgia vasca; el País Vasco acabara siendo el segundo núcleo industrial de España especializado en esas producciones.
La minería se desarrolló sobre todo en el sur este peninsular, en el norte (Asturias, por ejemplo), en Sierra Morena (como en Huelva) y en Almadén.

Una de las consecuencias importantes del proceso industrializador fue el desequilibrio orginado entre regiones por la excesiva concentración de industrias en unas zonas específicas.


13.2.) TRANSFORMACIONES SOCIALES. SOCIEDAD ESTAMENTAL. DEOGRAFIA. MOVIMIENTO OBRERO.
A raíz de la Revolución Industrial las sociedades sufren transformaciones sociales y demográficas. Teniendo en cuenta que en España el proceso industrializador fue tardío, en comparación a otros países europeos y que se concentró tan solo en unas zonas, dejando apartadas las regiones rurales, la población española también experimentó dichos cambios de forma lenta y degradada.
Entre la población española podíamos encontrar signos de que esa sociedad preindustrial del siglo XIX estaba sufriendo transformaciones. Aunque la población se caracterizó por un crecimiento tan lento como moderado a lo largo del siglo, la alta mortalidad aún estaba presente, ya fuera por guerras o el atraso económico de España (insuficientes condiciones higiénicas, carencia de alimentos y mal nutrición, hambrunas...) como por epidemias como la fiebre amarilla o la cólera, así como también el peligro de contagiarse de enfermedades ya habituales (tifus, sarampión, tuberculosis...). La falta de información y de política de sanidad, por ejemplo, con el problema del abastecimiento de agua, complicaba aún más la situación a las que estaban sujetos sobre todo aquellos que aún constituían una superpoblación: los campesinos.
Esta mayoría de campesinos no vieron mejora en sus condiciones de vida mientras que, paralelamente, con el tránsito a la economía capitalista se iba gestando la sociedad de clases en ciudades como Barcelona. Este nuevo modelo social se basaba en la riqueza de cada y en la capacidad intelectual de cada uno; cuanto más, más posible sería el ascenso social. Los bloques sociales que dividían la población eran tres: las clases dominantes (alta burguesía y aristocracia), las clases medias y las populares. La mayor parte de la nobleza no se involucró en el crecimiento económico ni invirtió en compañías ferroviarias o actividades industriales y, por consecuencia, fue perdiendo importancia.
Mientras que las clases altas estaban constituidas por propietarios latifundistas o de grandes propiedades agrícolas y urbanas y los que tenían antiguos títulos y las clases medias las formaban medianos y pequeños comerciantes, profesionales liberales y pequeños propietarios urbanos o miembros de la Administración, las clases populares estaban formadas por la gran parte de la población española y dentro de ellas se incluían los trabajadores pre-industriales, la población rural y el proletariado, protagonistas del movimiento obrero.
Los trabajadores industriales se encontraban en el País Vasco y en mayor medida en Cataluña, en donde se dieron los primeros intentos de asociación obrera (las sociedades de ayuda mutua). La incorporación del vapor a las fábricas provocó despidos y generó algunos episodios de destrucción de maquinaria, pero el luddismo apenas tuvo repercusión en España. A partir de los años 40 el sindicalismo se desarrolló en federaciones de trabajadores por oficio que funcionaban igual que las Sociedad de Socorro Mutua pero reivindicaban mejores condiciones de trabajo y el derecho de asociación y huelga.
La revolución de 1868 despertó las esperanzas de obreros y campesinos, que creyeron que, con
ella, comenzaría el proceso reformas sociales largamente esperado. Con la llegada de Fanelli, un miembro anarquista de la AIT (1ª Internacional), organizó secciones internacionalistas. De ahí, la gran influencia del anarquismo en Cataluña y Andalucía desde el primer momento. Lafargue propagó el marxismo, creando en Madrid un pequeño grupo, germen del PSOE. La división entre marxistas y anarquistas también se dio en España desde el Congreso Obrero de Córdoba. Hasta inicios del siglo XX parte de los anarquistas optan por los ataques terroristas, consolidándose en ciudades como Barcelona y entre los jornaleros andaluces. Los socialistas por su parte, crean un sindicato bajo la inspiración del PSOE, la UGT; se consolidaron en el País Vasco y en Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario