domingo, 27 de marzo de 2011

Bloque 14

14.1.) PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO. CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. LA GUERRA DE MARRUECOS.
En 1902, Alfonso XIII asumió la corona, durante su reinado se mantuvo el deteriorado sistema canovista, el turno de partidos y la Constitución de 1876, pero el sistema político descomposición, agravándose por las de 1909 y la de 1917.
Otros factores que incidieron en la crisis del régimen fueron: la actitud del nuevo rey, quien mantenía estrechas relaciones con el Ejército y ejercía un mayor protagonismo en la política española; la inestabilidad política a causa de la debilidad de los mismos partidos al verse sin líderes y la dificultad de seguir llevando a cabo tácticas de corrupción administrativa y electoral; el aumento de la conflictividad social y la agitación sindical de proletarios revolucionarios, el terrorismo anarquista y la reactivación del intervencionismo militar en la política o el espectacular crecimiento de los nacionalismos. Otro gran problema también fue la cuestión religiosa por las denuncias de los progresistas acerca de la gran influencia de la Iglesia en la enseñanza.

Después de la crisis del 98, hubo intentos de poner en práctica medidas regeneracionistas que mejoraran el sistema corrupto e ineficaz. Los regeneracionistas reclamaban reformas y denunciaban el analfabetismo y la pobreza, el atraso económico, la bancarrota del Estado, el caciquismo y el fraude electoral, el militarismo… Proponían la democratización del sistema.
Los partidos turnistas eran conscientes de la necesidad de cambios en el sistema para que se pudiera seguir manteniendo, para ello debían revisionar todos los problemas políticos, económicos y sociales que debilitaban al régimen.

El dirigente conservador Maura emprendió una serie de reformas que partían del programa de Silvela, tratando de proteger la industria(con la adopción del proteccionismo) y la agricultura, reformar la Ley Electoral, contentar a los catalanistas (Ley de Administración Local para dar mayor autonomía a los ayuntamientos, incluyéndose la posibilidad de crear mancomunidades) e intentar hacer frente a los conflictos sociales (creación del Instituto de Reformas sociales o la regulación del descanso dominical).
Sin embargo, este proyecto reformista fracasó. El factor más concluyente fue la actuación de Maura durante los sucesos de la Semana Trágica, sus decisiones ante el problema marroquí y su recurso a una represión desmesurada para detener las revueltas barcelonesas.

La crisis de 1909 se inició con el estallido de la Semana Trágica en Barcelona hizo que la crisis no tuviera marcha atrás. Estos sucesos tenían origen en el cierre de fábricas barcelonesas y la llegada de religiosas franceses que se incorporaban como mano de obra barata; así pues, aumentó el paro. Pero el verdadero detonante fue el reclutamiento de quintas para la guerra de Marruecos. Las tropas que se habían destinado habían sido derrotadas; esta noticia hizo que la ciudad se levantase y se planteara una huelga general. El Estado declaró el estado de guerra frente a la violencia de los huelguistas, sobre todo hacia la Iglesia. El ejército aplastó la revuelta dejando un gran número de muertos y condenados a muerte, como el pedagogo libertario Ferrer i Guardia, cuya ejecución supondría un escándalo internacional.
El anarquismo se acabó de consolidar con la creación del anarcosindicato CNT en 1910.

La caída de Maura llevaría al gobierno al partido liberal, liderado por Canalejas, quien propuso un programa de reformas para cada problema del país. En cuanto a la cuestión militar, promovió la Ley de reclutamiento (servicio militar obligatorio), aunque fracasó por la presión del Ejército hacia la política de Canalejas. Tratando los problemas religiosos, estableció la llamada Ley del Candado, que suponía una mínima separación entre Iglesia y Estado, aunque al no ser aceptada por Roma pasó a limitar el número de órdenes religiosas nuevas. Trató también los nacionalismos con la Ley de Mancomunidades como el primer intento de descentralización con un organismo de cultura propio de la administración catalana. Aplicó leyes sociales que proponían una mejora de condiciones pero ejerció violentamente una represión contra los sindicales. En cuanto a la cuestión marroquí, ordenó ocupar militarmente la zona del Rif y se generalizó la guerra.
La labor de Canalejas se truncó con su muerte a manos de un anarquista que pretendía matar al rey.

El regeneracionismo entró en crisis, así como también los propios partidos dinásticos comenzaron su fragmentación, lo que supuso un transcurso de gobiernos inestables sin que ninguno consiguiera cohesión.
La Restauración se veía colapsada tanto por la inestabilidad política, por el impacto de la Primera Guerra Mundia o por la crisis de 1917.
La Gran Guerra supuso en un primer momento un auge de la economía española por el aumento de la producción de productos industriales y materias primas para los países europeos que se encontraban en guerra; pero, a partir de 1917, España se vio envuelta en una recesión económica por la caída de la demanda.

Finalmente estalló la crisis polítia en 1917. Se conjugaron tres problemas distintos: el problema militar, el problema político con los parlamentarios de Barcelona y el problema social con la agitación creciente del movimiento obrero.
El Ejército presionó al Gobierno para exigir mejoras profesionales y salariales asociándose los oficiales en juntas militares. Sus peticiones fueron admitidas en 1917.
La oposición política al sistema estaba encabezada por la Lliga, dado que los grupos de oposición no podía expresar su opinión en las Cortes, decidieron convocar en Barcelona una asamblea de parlamentarios en la que se exigía la autonomía de Cataluña. Fueron disueltas por las autoridades.
Mientras, la UGT, con la colaboración de la CNT y de algunos militares descontentos, organizó una huelga general indefinida el mismo año para protestar contra el incremento de los precios de los alimentos básicos y para promover una revolución que derrocara al régimen. El Ejército los reprimió en cinco días y muchos huelguistas fueron detenidos.

Otro de los problemas característicos del reinado de Alfonso XIII fue la guerra de Marruecos. Al ocupar, durante el gobierno de Canalejas, la zona del Rif, las cabilas se armaron al acabar la Gran Guerra. Apareció la figura de Abd-el-Krim que dirigió la guerra de las cabilas la cual culminó con la derrota de los españoles (el Desastre de Annual). Se decidió hacer una expedición en el interior que también fracasó con una masacre de los soldados españoles. Ésto supuso un escándalo para el Ejército y la Corona por parte de la opinión pública. Fue entonces cuando se decidió iniciar una investigación que lleva a cabo el Coronel Picasso (Informe Picasso). Para impedir que se hiciera público el resultado del informe, el Ejército dió un golpe de estado en 1923, empezando así la dictadura de Primo de Rivera.

14.2.) DICTADURA PRIMO DE RIVERA

Tras el desastre de Annual y el Informe Picasso que nunca fue desvelado, en 1923, la sociedad española y la vida política se encontraban en una situación de crisis insostenible, que se arrastraba desde 1917. El Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de estado al que ni el rey ni la mayoría de los españoles se opusieron.
Los sublevados declararon el estado de guerra, la suspensión de las garantías constitucionales, la disolución de las Cortes y el poder legislativo, la sustitución de gobernadores civiles por militares y la censura de prensa acerca de la guerra de Marruecos y de la Dictadura. A partir de 1924 se toman una serie de medidas para institucionalizar el régimen militar, formándose así el conocido Directorio Militar, cuyo presidente fue el mismo Primo de Rivera. Se creó el partido de La Unión Patriótica, en el que se intentaba agrupar a todos aquellos políticos que apoyaran al nuevo régimen dictatorial, para devolver progresivamente el poder a los civiles (no se trataba de un partido único, ya que los demás no fueron ilegalizados). La oligarquía de terratenientes e industriales, que siguió dominando la vida económica y social. Se buscó acabar con el caciquismo y dar una mayor autonomía a los municipios. Se realizaron inversiones en riegos, alcantarillado, obras públicas, dotaciones escolares y sanitarias. Se dictaron instrucciones e incluso una institución (Somatén) para reprimir todo ataque, manifestación o protesta de carácter revolucionario. Primo de Rivera acusó a los nacionalistas catalanes de separatistas y prohibió su himno y su bandera. El gran éxito del Directorio Militar fue terminar con la guerra de Marruecos.
El gobierno militar se sustituyó por el Directorio Civil al nombrar un gobierno formado por antiguos miembros de los partidos turnantes, que fue refrendado por el pueblo mediante un plebiscito. En 1927 convocó una Asamblea Nacional Consultiva, que debería preparar una legislación general y completa que regulara el procedimiento para la vuelta a la normalidad pero la reunión de la Asamblea fracasó, ya que no se llego a ningún acuerdo entre sus miembros respecto al futuro régimen constitucional que podría haber tenido el país. Además, la Unión Patriótica no llegó a arraigar.
Esta etapa se caracterizó por su política social: se creó el Consejo de Trabajo (Organización Corporativa Nacional), con representación de obreros y empresarios bajo control estatal, al estilo del sindicato vertical del fascismo italiano; se ocuparía de la negociación entre patronos y trabajadores. El sindicato UGT se prestó a colaborar en un principio, aunque más tarde se retiró. También se legisló el Código del Trabajo que mejoraría la asistencia social.
A nivel económico se adoptó una política proteccionista, se crearon una serie de monopolios como CAMPSA o Telefónica para la nacionalización de la industria y se fijaron precios de algunos productos.
Ante la falta de apoyo de todos los sectores de la sociedad (anarquistas y aquellos que colaboraron en el Pacto de San Sebastián), incluso del ejército y del propio rey, Primo de Rivera presentó su dimisión en 1930, haciéndose cargo del gobierno el General Berenguer, quien anunció una vuelta al régimen constitucional del 76 y la convocatoria a elecciones generales que fracasan y que, junto a las protestas a causa de los detenidos que pactaron el fallido levantamiento en el Pacto de San Sebastián, dan paso a su dimisión.
Alfonso XIII encargó formar gobierno al almirante Aznar que se limito a convocar elecciones municipales para el 12 de abril, para elegir nuevos ayuntamientos que garantizasen la limpieza de unas elecciones constituyentes posteriores. Los republicanos habían ganado en todas las capitales de provincia, donde el sufragio era más limpio. Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, aconsejado por el gobierno lanzó un manifiesto en el que comunicaba su abdicación. La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril.

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