domingo, 5 de diciembre de 2010

San Agustín (siglos IV - XI)

Pensador cristiano de la Patrística, influido por Platón. Es el primer autor que establece las relaciones entre razón y fe. Cuando se encuentran el cristianismo y la fe surge el problema, ya que, puede darse que se difieran entre ellas. San Agustín explicó la relación de la siguiente manera: la fe para el filósofo debe dirigir a la razón y la razón debería estar subordinada a la fe. De tal forma que la razón será la que conduzca la fe y ésta debe quedar explicada por la razón.

En el ámbito gnoseológico, San Agustín desarrolló su Teoría del conocimiento, la cual tiene una base completamente platónica (Teoría de la reminiscencia). Parte de la afrimación de que el ser y la verdad son inmutables. El conocimiento de esa verdad está en nuestro interior y de lo que pensamos, por lo tanto, para descubrir la verdad tenemos que recurrir a el conocimiento de las verdades eternas (VV.EE.) y concluiríamos que Dios es el creador de éstas. Por tanto, Dios nos ilumina el entendimiento, lo que nos permite captar o conocer la verdad. De este modo, distingue entre ciencia (conocimiento de las verdades eternas) y sabiduría (el conocimiento de Dios).

Para demostrar la existencia de Dios, San Agustín parte de el conocimiento de las VV.EE. (como las matemáticas) y, consiguientemente, nos preguntamos de dónde proceden para concluir después que éstas deben proceder de Él, pues es quien ilumina el entendimiento del hombre para conocerlas.

De la misma forma, el filósofo se ocupa de la esencia de Dios y de demostrar la creación del mundo partiendo de la nada. Para explicarlo se basa en las ideas que están en su mente. Esas ideas actúan como modelos para crear la materia. Con la creación del mundo, también se crea el tiempo, el cual es lineal (comienzo y fin).

También con la creación aparece el problema del mal: es contradictoria la existencia del mal con la de Dios (si éste es sumamente bueno). Se responde a por qué existe el mal de la siguiente forma: puesto que el mal no es en sí mismo, sino ausencia de bien y sabemos que Dios crea el bien, se concluye que el mal procede del hombre mismo y, además, se distingue entre mal moral (pecados) o físico (que procede, a su vez, del moral).

El hombre es un compuesto de alma y cuerpo, por lo tanto, en la antropología agustiniana, se sigue defeniendo la idea de dualismo ya presente en Platón. El alma es inmortal y hereditaria (se hereda de los padres), pero el cuerpo cambia y muere. El alma tiene dos facultades, el amor y la memoria. El primero permite la unión entre hombres o bien el conocimiento de el mundo y su sociedad y eleva al hombre hacia la existencia de Dios. La memoria, en cambio, da sentido a nuestra vida y la organiza.

Dios crea al hombre con libre albedrío, capacidad de elección que puede llevar al hombre a hacer el bien o pecar, y con libertad, tendencia hacia el bien. Tener virtud, para San Agustín, significa ser caritativo, amar a Dios y a los hombres, voluntariamente.

En su obra La Ciudad de Dios afirma que lo que une a los hombres en comunidad es el amor, teniendo los objetos de éste un fin terreno o ultraterrenal y, si se vive según el espíritu, quedar definido como 'Ciudad de Dios'. En la Ciudad de Dios tanto la paz como la justicia son perfecta, pero en la terrena la paz depende de la justicia y por eso hay que recurrir a la coacción legal mediante leyes y castigos por incumplimiento.

También defiende que el tiempo es lineal y no circular, como creían los griegos.


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